23.11.2015 08:27

¿Vale la pena enfrentar al cártel de La Habana?

 

Parte II

Como aquellos ladrones que dicen robar solo por necesidad, ya que son víctimas de una injusta repartición de la riqueza, el cártel de La Habana, de cara a la opinión pública internacional, vende la imagen de un forajido del tipo Robin Hood que viola los derechos de sus ciudadanos solo por evitarles males mayores, por salvarlos de la explotación capitalista del hombre por el hombre a la que estarían sometidos en un eventual cambio.”

 


El cártel de La Habana en la arena internacional

Parte II

 

Consumado el fin de la Guerra Fría, mucha gente creyó en el fin de la Revolución cubana y no se equivocó. Al comprobarse históricamente la inviabilidad del sistema conocido como “socialismo real”, al que Fidel Castro de manera oportunista y pragmática se había sumado para ser sostenido política, militar y económicamente por el bloque soviético, desenmascarada la magnitud de los crímenes que en todo el mundo se llevaron a cabo para mantener a flote dicho sistema, desaparecieron las apologías y los apologéticos encargados de sustentar su base ideológica. Vacía de contenido histórico la otrora esperanzadora Revolución cubana queda, intacto a los vientos de cambio que arrasan a Europa del Este, el poder personal de sus líderes. Y con el poder les quedan los millones en dólares o propiedades que les deja la aventura revolucionaria. ¿Qué hacer entonces?

En el mundo comunista nadie gobernó con inocencia. Si sus líderes lograron mantener el imperio contra viento y marea fue a base de represión, de jugadas sucias, de engaños conscientes, de manipulación, de sacrificios y de crímenes que, en algunos casos, llegaron al grado de masacres e incluso de genocidios. Éste trabajo sucio de gobernar en la práctica, bajo ningún concepto, pudo haber sido realizado con fines altruistas. Por lo tanto si las revoluciones de 1989 tuvieron lugar, esto no se debió a lucha de los pueblos por la democracia, ya que el estalinismo como sistema contaba –y aún cuenta- con herramientas de sobra para derrotarla. Esto en mi opinión se debió a la subida al poder de un líder limpio de un pasado criminal: Mijaíl Gorbachov.

A miles de kilómetros del llamado socialismo real, sigue siendo iluso pensar que, quienes gobiernan a Cuba, van a someterse a la justicia del mundo democrático desde la perspectiva del presente, siendo ellos los únicos fósiles vivientes de la Guerra Fría con la cadena perpetua garantizada por sus muchos crímenes e incluso masacres, como la del remolcador 13 de marzo. Por eso adoptan la estructura de un cártel a la hora de actuar en la arena internacional cerrando filas con toda la calaña antidemocrática, a una escala infinitamente mayor que la que hacen los tradicionales cárteles entre ellos al establecer acuerdos de autoprotección, colaboración, y delimitación de zonas de influencia.

La Habana juega, en Latinoamérica, un papel semejante al que juegan Rusia y China en su contexto geopolítico. Estas dos potencias apoyan de manera subrepticia los regímenes de Corea del Norte, Irán y Siria, vetando en la ONU cualquier condena a los mismos, así como La Habana incuba futuros líderes radicales en la región a los que, una vez en el poder, brinda asesoría para que éste se afiance mediante el populismo, el clientelismo, el intervencionismo económico, el amordazamiento de la prensa, y por último el implante constitucional de la reelección indefinida. La existencia de esos extremos llamados Corea del Norte, Siria o FARC-EP, convierte a Rusia, a China y a Cuba, en una especie de “mal menor” no solo tolerable en el sentido de la realpolitik, sino a veces hasta necesario como mediador. Como aquellos ladrones que dicen robar solo por necesidad, ya que son víctimas de una injusta repartición de la riqueza, el cártel de La Habana, de cara a la opinión pública internacional, vende la imagen de un forajido del tipo Robin Hood que viola los derechos de sus ciudadanos solo por evitarles males mayores, por salvarlos de la explotación capitalista del hombre por el hombre a la que estarían sometidos en un eventual cambio. Mal menor para las potencias democráticas, y mal menor para las extremistas, ya que en cierto grado comparten un enemigo en común: el sistema democrático. De ahí ésta vocación de puente.

 

En la foto, fundadores de las FARC en Marquetalia. De izquierda a derecha: Fernando Bustos, Manuel Marulanda, Jaime Guaracas, Miguel Pascuas y Rigoberto Lozada.

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Lázaro Castell