15.07.2021 09:40

Revueltas en Surgidero III. Carta abierta al gobierno de Batabanó.

 

Martes y miércoles, 13 y 14 de julio.

En 1871 un amigo de José Martí, Fermín Valdés Domínguez, estuvo a punto de ser uno de los ocho estudiantes de medicinas fusilados por el régimen español que entonces oprimía a la patria. Siglo y medio después, miles de cubanos estamos en una situación parecida a la del apóstol de la independencia, con familiares, amigos y vecinos, detenidos violentamente, solo por tomar las calles de manera pacífica para pedir libertad.

    Lo malo no es que estos hermanos presos, más los que logramos escapar del linchamiento, estemos siendo fusilados moralmente por el gobierno a través de sus voceros en la televisión. Eso a ellos, y a la inmensa mayoría del pueblo cubano, nos resbala. Lo terrible de la situación, es la incertidumbre de que estén siendo adobados o no, como carne de escarmiento. Acá tengo el nombre de trece, aunque estoy seguro que hay —y habrá— más, a medida que el poder sin rostro que nos gobierna a ustedes y a nosotros desde las sombras, vaya enfriando el plato de la venganza, contra los que nos atrevimos a desafiarlos pacíficamente.

    No por gusto en mis dos crónicas anteriores he pasado del carácter novedoso de las protestas, como ha hecho la mayoría, para insistir en el carácter pacífico de al menos las tres acaecidas entre el domingo y el lunes, dos en el Surgidero, y una en Batabanó. Durante las tres manifestaciones predominamos las voces sensatas que se levantaron sobre las más exaltadas, haciendo un llamado a la no-violencia. Por eso, más que nada, fue que decidí marchar. Y si apenas grité mientras lo hacía, fue para poder observar de manera imparcial para luego dar testimonio en primera persona, tal y como he estado haciendo, y haré, a continuación.

    El carácter simultáneo de las manifestaciones del domingo, favoreció a los que tomamos las calles en Batabanó. Al estallar las protestas simultáneamente en más de cuarenta puntos de la geografía nacional, las tropas antimotines se concentraron en las grandes ciudades. Ese día ustedes no recibieron refuerzos ni de tropas antimotines, ni de paramilitares. Los militares y policías locales se atrincheraron en la PNR, dejando desprotegidas a las mujeres y a los ancianos que fueron a «defender» la sede del PCC. Fueron los propios manifestantes quienes neutralizaron a los irresponsables que llenos de valor colectivo se exaltaron frente a la edificación contra los tres únicos militantes hombres que fueron a dar la cara. Ese, fue el único incidente que se salió de control. Los agredidos si son honestos —y espero que lo sean—, espero que den fe de esto último, y valga la redundancia.

    El carácter espontáneo también favoreció a los manifestantes ese domingo. La protesta no tuvo tiempo de ser infiltrada por agentes violentos, ni por oportunistas inescrupulosos, ni por falsos positivos sembrados por el Aparato de inteligencia, a fin de desprestigiar la marcha. No se lanzó una sola piedra. No se rompió una sola vidriera. Primó la sensatez. Ningún «revolucionario» alzó su voz contra la inorgánica turba de pueblo indignado, así que TODOS fueron respetados.

    Pero, otro gallo cantó el lunes. Mientras que la protesta del domingo fue iniciada por adolescentes que estallaron a partir de mensajes enviados por grupos de wasap, la del lunes fue abierta e IRRESPONSABLEMENTE provocada por algún nefasto poder que opera en las sombras, a través de ustedes. Ustedes sabían que, tal y como estaban los ánimos, otro apagón encendería la mecha. La protesta del domingo se desintegró sola, a las 6:pm, en el barrio de Batabanó conocido como «el Hueco». Y el acuerdo tomado a viva voz por sus espontáneos líderes, fue de volver a tomar el parque del Surgidero, si volvían a quitar la luz. Es imposible que ustedes no supieran esto último, con la cantidad de segurosos por todos conocidos que marcharon junto a nosotros, que de hecho también contribuyeron al carácter pacífico de la marcha. Y que espero tengan suficiente altura moral para atestiguar esto último, en lugar de prestarse para los ajustes de cuentas y escarmiento que, por lo que me está pareciendo, pretenden dar quienes los dirigen. La excepcional situación de sus compatriotas lo amerita.

   Por lo tanto, repito, la protesta del lunes pudo haberse evitado. ¿Cómo? No quitando la luz. Y en caso de que el apagón fuese irremediable por cuestiones técnicas logísticas, hubiesen militarizado el Surgidero, con las mismas tropas antimotines que ustedes mandaron a buscar en horas de la mañana. Ah, pero no. Les preocupó más el hecho de recuperar el espacio simbólico de «las calles para los revolucionarios», que la integridad de la población hambrienta que, estresada por la escasez de comida y medicamentos, estaba dispuesta a lo que fuera.

    Fue una pésima idea, poner a circular por todas las calles del pueblo, un jeep destartalado, traído de no se sabe cuál basurero, con un altoparlante, reproduciendo cancioncitas revolucionarias del dúo Buena Fe, diez minutos después del provocador apagón. Una absoluta e irresponsable provocación. Como si dijeran «les volvimos a quitar la luz, y qué. Atrévanse a salir para que vean». Pero, el culo se lo cogieron con la puerta porque la gente salió, y valga la palabrota. Vuelvo y repito; si a los boinas negras los hubiesen desplegado en ese momento como advertencia disuasiva por todas las calles del pueblo, la gente, como mucho, apenas hubiese salido al portal de sus respectivas casas. Ah, pero no. Lo hicieron tres horas después. Demasiado tarde.

    Yo por gusto me volví un disco rayado pidiendo a los jóvenes de mi cuadra que no salieran. Que estaban preparando una encerrona para dar golpes. Que ese foráneo camión de volteo de altas barandas que acababa de pasar lleno de hombres a los que solo se les veía la parte superior de la cabeza, eran paramilitares entrenados, sino militares, vestidos de civil. Por gusto. Cuando tres cuadras más abajo un par de docenas de playeros empezaron a corear «patria y vida» cerca del Puente del Chivo, hubiese sido inmoral no ir a apoyarlos. Y para allá salieron ellos, y yo detrás. Y volvimos a desfilar pacíficamente. Y luego nos concentramos en el parque, siempre sospechando, pero nunca creyendo que realmente ese poder en las sombras que tiene en sus manos la seguridad personal de nosotros y de ustedes, tenía planeado convertir al parque en una ratonera, parecida al gueto judío de Varsovia en la segunda guerra mundial.

    Muchos hombres, mujeres y niños, fueron apaleados pasadas las 5:pm. Todos conversaban tranquilamente, agotados de tanto gritar por sus derechos, esperando a que ustedes pusieran la luz y se retiraran, para retirarse ellos también, tal y como hicieron la tarde anterior. Ah, pero no. Les lanzaron los antimotines, con la misma saña con que se asalta una prisión de peligrosos reos amotinados. Hombres, mujeres, y niños indefensos y desarmados, fueron brutalmente apaleados. Al menos trece de ellos, si no más, tuvieron la desdicha de ser atrapados y lanzados al interior de una furgoneta militar, como sacos de papas. Ahora me pregunto y de paso les hago la pregunta: ¿Son ellos los desafortunados que pagarán los platos rotos? ¿La carne del escarmiento que parece estarse cocinando, a juzgar por lo que dijo Díaz Canel ayer en la Mesa Redonda, y luego los abogados que hablaron después del noticiero?

    En la noche del martes y en la tarde del miércoles tuvieron lugar dos incidentes, muy sospechosos. En la noche del martes, en medio de otro apagón, una piedra rompió el cristal de la CADECA. El jefe de los custodios se desgalilló pidiendo refuerzos a la policía temiendo por sus guardias, y esta se apareció mucho rato después. ¿Por qué no reforzaron la guardia en ese estratégico sitio, sabiendo cómo estaban los ánimos? En la tarde del miércoles, el centro vacunal que opera en el jardín infantil, fue apedreado desde algún patio desconocido. Yo como escritor a fin de cuentas, con una prolífica imaginación, estoy en el sagrado deber de adelantarme a los hechos, y de alertarlos, para que no vuelvan a caer en la trampa.

    Las revueltas en Batabanó nada tienen que ver con las manifestaciones violentas ocurridas en otras ciudades de Cuba. Una vez aclarado este punto neurálgico, me gustaría creer que alguien desde las sombras no esté allanando el terreno para fabricar una matriz de opinión desfavorable a las protestas. Que el atentado con piedras a la CADECA y al centro vacunal, no haya sido una puesta en escena dirigida a desprestigiar las protestas, tal y como hicieron en la del lunes, cuando un paramilitar encapuchado que salió del cine según testigos presenciales, se infiltró y rompió el parabrisas del Isuzu frente a la iglesia. Espero que agarren al verdadero culpable, y que no tomen como chivos expiatorios a los más de trece detenidos que tienen incomunicados en Nazareno.

Levis Álvarez Mederos……………(entre 20 y 25 años)

Dayexis Cordero Gil ……………….(entre 20 y 25 años)

Carlos Ortega………………………….(entre 20 y 25 años)

Raidel Linares López……………….(entre 20 y 25 años)

Rodmelis Núñez Cordero

Sudyane García Pérez……………(alias el Sapo, entre 40 y 45 años)

Sergio Enseñat Valladares

Humberto Monrabal…………….(alias Humbe chivita, entre 50 y 60 años)

Arturo Valentín Rivera………….(alias el Cabezón, entre 45 y 50 años)

Guillermo Herrera Cortez

Aymeé Calero Pérez…………….(entre 45 y 50 años)

Danger Acosta Jústiz……………(entre 40 y 45 años)

Yusmelis Moreno ………………..(esposa de Danger, entre 40 y 45 años)

 

    Este último matrimonio no participó de las protestas. Ambos fueron golpeados y detenidos cuando vieron cuando se percataron que sus respectivos hijos de otro matrimonio, ambos adolescentes menores de edad, estaban siendo golpeados salvajemente.

    Estando en el parque fui testigo de cómo los padres de los cuatro jóvenes arriba citados se personaron para tratar de disuadirlos y llevárselos a casa, pero fue inútil. La rebeldía inmadura, las ganas de gritar contra el aburrimiento y la falta de futuro que agobia particularmente a la juventud del Surgidero de Batabanó, pudo más que la voz sensata de sus madres y padres. Yo mismo no me fui hasta que logramos disuadir a los muchachos del barrio para que se retirasen. Ya se había corrido la voz de que los antimotines intervendrían, pero a los jóvenes les parecía irreal. Gracias a Dios nos escucharon justo dos minutos antes de que el parque fuese tomado. Entre los muchachos que logramos disuadir estaban dos de los sobrinos adolescentes de un importante funcionario del gobierno en Batabanó, que de hecho estuvo entre los que gritaban «patria o muerte» desde el cine. Que espero tenga la vergüenza de no hacer oídos sordos a esta carta. De habernos demorado solo dos minutos, sus sobrinos hubiesen sido de los primeros en ser masacrados, pues estábamos a solo cinco metros del sitio en el que frenó el camión y los antimotines saltaron como rangers ataviados con todo el equipo antidisturbios, dispuestos a lo que fuera.

    En la tarde de ayer, uno de los delegados locales de circunscripción fue evacuado del pueblo junto a su familia en un carro del Partido, por presuntas amenazas recibidas desde Miami. Desconozco si las amenazas son verdad o mentira, ahora, sí hay una animadversión generalizada en su contra. No solo fue de los que replicaron «patria o muerte» al «patria y vida» desde el portal del cine incitando así a la violencia, sino que, según testigos presenciales, tuvo la pésima iniciativa de señalar con el dedo a los manifestantes que trataban de escapar cuando llegaban los antimotines, para que estos los capturaran. Delató a sus propios electores, a quienes debe representar como funcionario electo que es del Poder Popular.

    Ahora muchos de los que estaban en el cine dicen que fueron engañados, que estuvieron en la contramanifestación por mero compromiso como cuadros. De ser esto cierto, este es el momento de demostrarlo. Usen sus carnés y las influencias que tienen como militantes, para que los trece detenidos en las protestas salgan absueltos, sin cargos. Porque no sean utilizados con fines de escarmentadores, endilgándoles ilegalidades y acciones violentas que no cometieron. Usen sus carnés como aquel digno militar español que hace hoy ciento cincuenta años, una vez enterado del fusilamiento a los ocho estudiantes de medicina, rompió su espada en señal de protesta y renunció, profundamente avergonzado, a seguir siendo miembro del ejército español.

 

Lázaro R. G. Castell

15 de julio de 2021


 

—————

Volver


Contacto

Lázaro Castell