abril 2012

LA ALTERNATIVA YUCATECA

Pasó de moda estudiar. Municipalizar estudios superiores, esa oferta de año salvado a cambio de pierna de jamón al rector, ha dejado de atraer jóvenes. Quienes sí a estas alturas muerden el cebo son algunos militantes del PCC, arribistas previsores ávidos de puestos administrativos con recursos que intuyen que, a mediano plazo, exigirán títulos de profesional.

Pasó de moda trabajar. En sentido convencional pasó de moda aprender, vivir de un oficio. A la usanza, el término adecuado para ganarse la vida es inventar o luchar. E inventar o luchar no es trabajar en la jerga criollo comunista. Aunque aclaro, de hecho, el esfuerzo coste mental emocional es mucho mayor en un luchador, que en un trabajador convencional. El luchador, el que sí garantiza el alimento de su familia, es estigmatizado en detrimento del trabajador, éste siempre con una mano alante y otra atrás.

De día los muchachones del barrio tienen poco que hacer. Se les ve en las esquinas o en los portales hacinados, jugando dominó en el sopor del mediodía, o jugando fútbol callejero en la fresca del atardecer. La cría de caballos, palomas o gallos, es la otra alternativa. Otra lo es la pesca deportiva como fachada para traficar en alta mar mariscos que venderle a los habaneros que surten paladares citadinas. Otra, viajar uno mismo a la capital, arriesgándose a los registros en la carretera, para ganar diez o veinte, según.

Sin embargo, nada les llena.

Veinte dólares, esa suma divisa que pagan algunos centros de trabajo al mes como la gran cosa a mucho requisito, puede esfumarse en tres horas compartiendo cerveza con un amigo. Entonces llega el del carro el del tour alquilado el que está de visita; el ex compañero de matar mosquitos en la costa con el fango al pecho, el que la luchó armó la barcada, el que arriesgó su vida en el Estrecho de Yucatán. Llega el chamaco hecho persona, pulcro blanquito y oloroso levantando niñas, y todo sacrificio se chotea. La lucha, el invento, toca techo cuando se van los veinte dólares en cerveza, y el horizonte se abre al suroeste en travesía curva al poniente: Cancún.

Una barcada es un peligro, pero también una aventura. A diferencia del Estrecho de la Florida, en el de Yucatán no hay barcos madres que le dicen. Atrás queda la angustia de la familia, el llanto sufrimiento de la madre, del padre de los abuelos, que no se explican qué salió mal.

Una barcada es un peligro, pero las estadísticas hablan por sí sola. Y no sé bien pero, tal vez, de cada trescientos, acaso uno pierda la vida.

Y Méjico estará en candela, pero hasta el momento a nadie conocido le han dado un tiro así que el mensaje es claro: de los cobardes, nada se ha escrito.

Hacinados en los portales matan el tiempo los muchachones del barrio. Pasó de moda estudiar. Pasó de moda aprender carpintería albañilería para qué total, y está pasando de moda luchar o inventar. La moda, como en 2004 y 5, va siendo armar la barcada. Tener cuidado en quién se confía que, al igual que la bolita, el negocio del armador está en manos del aparato. La mayoría no pasan de ser estafadores que lucran con las ansias de progreso y libertad de sus compatriotas. No obstante de los cobardes nada se ha escrito y recordar que, por Méjico, hay una alternativa.

 

CARDENAL BAJO FUEGO CRUZADO

Dios entrega a los hombres voluntades visibles en los acontecimientos, texto oscuro, escrito en lengua misteriosa. Los hombres hacen enseguida traducciones apresuradas, incorrectas, llenas de faltas, de lenguas y de contrasentidos. Muy pocos espíritus comprenden la lengua divina. Los más sagaces y tranquilos, los más profundos, lo descifran lentamente. Cuando llegan al texto, la tarea está realizada. Hay más de veinte traducciones sobre la plaza pública. (Los miserables, de Víctor Hugo)

Sobrecoge la pira anticatólica. La hoguera relumbra, abrasa, con sus enconados puntos de vista. Arde la llama en la plaza pública y en los medios. Se inflama con el combustible, con la leña que echa el periodista tal, el bloguero más cual, con la leña del muchachito que, el otro día, empezó a recibir adoctrinamiento protestante. El muchachito que todavía no asimila bien la idea del amor al prójimo, ya se atreve a refrendarte en cara que el Papa es el anticristo aclamado por multitudes del que habla el apocalipsis.

Sin embargo, no es el anti-catolicismo acérrimo de los protestantes lo que sobrecoge. A fin de cuentas es su rol histórico el fungir como catarsis de la Iglesia Universal. Es el anti-catolicismo irresponsable de un sector de la oposición, lo que me pone de vuelta y vuelta.

¿Cuántos de los que han estado lanzando piedras desde sus trincheras, o frentes de batalla, se han tomado el trabajo alguna vez de dar el beneficio de la duda a la institución que ahora mismo apedrean?

Recuerdo 1993. Hambre, miseria, incertidumbre, y oportunista luna de miel del gobierno con las religiones. Recuerdo que todo este carnaval se me antojaba vacuo, deleznable, debido a la falta de compromiso social tanto de las autoridades religiosas, como de los creyentes. Entonces en medio de los shows mediáticos de Lucius Walker, en medio de los sones santeros de Adalberto y compañía, llega la carta Pastoral El amor todo lo espera.

Llega la Pastoral marcando la diferencia, cuestionando el agnosticismo a lo Imagine no religión de aquel recluta que, sine qua non, no sabía a donde estaba parado. Y llega, con la Pastoral, el beneficio de la duda.

Me enciendo cuando descubro que me han tomado el pelo. Y si la religión es rezago del pasado, instrumento de explotación de las clases dominantes cosa de gente débil armario de gente floja, tal y como rezaba el panfleto con que había sido adoctrinado desde niño, ¿cómo explicar entonces que el primer conato de rebeldía, explícita y viril, primer conato de rebeldía efectivo en el sentido de alcance mediático dentro de la isla, me llegue de la mano de once obispos?

Los shows mediáticos de los pastores, así como la gozadera de los santeros festejando en el boom de la salsa su reciente “legalización”, quedan definitivamente eclipsados.

Los últimos días han sido testigos de una descomunal avalancha de artículos periodísticos anti-católicos no precisamente de la mano del Granma, sino de los medios alternativos. Algunos, respetuosos. Otros, deplorables. Pero todos con una matriz: el desconocimiento de la naturaleza de la religión católica.

Es relativamente fácil clasificar el origen de las nieves ardientes que alimentan la avalancha. El primero de los tres afluentes, hunde raíces en el adoctrinamiento protestante. Son los menos, pero no pocos opositores simpatizan con grupos cristianos que promulgan, desde el púlpito, el odio a la religión católica, y están aprovechando la cobertura de la visita del Papa para que fluya dicha aversión.

El segundo afluente es el relativismo. El relativismo como corriente ideológica de moda a nivel mundial. “Cada cual tiene su parcela de verdad, y quien proponga una verdad consensuada para todos, queda proscrito por retrógrado intolerante”. El tercero, no es otro que el adoctrinamiento marxista. “Religión-opio del pueblo.” “Religión-instrumento de las clases dominantes.” “Catolicismo-aplastador de culturas indígenas y africanas.” Dichos afluentes se unen y hacen un río, se mezclan en el entendimiento de una sociedad que, por más de 50 años ha asistido, consciente o no, a un pogromo bien calculado de ridiculización sistemática de la fe católica sobre todo, fermentada con la más impía de las filosofías, inoculadas en el ADN de varias generaciones a través de los planes de estudios.

A medida que la oposición gana terreno por el debilitamiento del régimen, la acción del prelado luce timorata. La oposición, al pretender que la Iglesia Católica alce la parada al parejo suyo, olvida que la “oposición” del prelado no es del otro día a la fecha. La oposición pacífica de la Iglesia Católica no empezó en los ochenta como la de la oposición actual, sino que data desde el mismo enero del 59, a raíz de los fusilamientos arbitrarios del ejército rebelde, cuando “todo el mundo” era fidelista y gritaba paredón a quien disentía. Muchos de los opositores que hoy lanzan soflamas anticatólicas, en algún momento de su vida hicieron juego al gobierno y a la sistemática ridiculización de los creyentes y de la iglesia. Y resulta que ahora, en la acera opuesta, desesperan por beneficiarse de un espacio que siempre detestaron, y desde su anónimo rincón se alzan en puntas de pie e increpan a quien, desde el mismo 1959, ha estado a la vanguardia.

Sin habérselo propuesto, la oposición le hace juego al gobierno con esa actitud. Y lo más triste es que el gobierno lo sabe, y saca provecho. Al no estar en condiciones de comprender la naturaleza de la Iglesia, la esencia del catolicismo, la oposición cae presa del morbo anticatólico a lo Código da Vinci predominante en Occidente, y agita aguas que deberían estar serenas para que discurra, sin mayores contratiempos, la acción de la más antigua y constante defensora de los derechos naturales del hombre.

El gobierno, por su parte, se viste de bueno. Le da espacio al cardenal en televisión. A un cardenal que, evidentemente nervioso, se atreve a llamarlo totalitario frente a las cámaras. Al día siguiente, para contrarrestar el efecto de la indirecta y destacar su “infinita” tolerancia, el gobierno transmite un documental con representantes del resto de las religiones aupándolo, rindiéndole pleitesía, y queda el cardenal como oveja negra ante la masa escéptica y escapista que ni ve noticiero ni le interesa nada. A nadie parece molestar la rendición que el Consejo de Iglesias, al frente de judíos y protestantes, hace al dictador. Ya lo digo: el morbo es contra la Iglesia Católica. Para rematar con broche de oro, la “casualidad” quiere que un grupo de opositores poco conocidos tomen por asalto el espacio físico y moral de la Iglesia esa misma noche, para exigir lo que deberían exigir en espacios de otra naturaleza.

El trabajo está hecho. Luego de haber alimentado la pira anticatólica con berrenchines de corte marxista, relativista y protestante, muchos actores ajenos al fuego cruzado, tanto en Cuba como en el exterior se cuestionarán, vísperas de la visita papal, el carácter racional de la oposición. De esa “oposición” que violenta irresponsablemente un espacio, en lugar de servirse del mismo como es debido. Y al cardenal habrá que condecorarlo si no se vuelve loco en esta corrida, en este fuego cruzado. No sé por qué recuerdo ahora el caso de Elián González, en el sentido de lo bien que fue aprovechado por el gobierno para desacreditar al exilio de Miami.

Suponiendo como supongo que detrás de esta toma de iglesia haya una mano meciendo la cuna, la deplorable e irresponsable pira anti-católica, que arde en la plaza pública, se encargará de hacer lo que necesita toda farsa: se encargará de hacerla creíble.

 

 

SIN PENAS NI GLORIAS

Por estos días he recordado mucho al padre Varela. Se rumora que durante la visita papal será elevado al rango de venerable, segundo paso a la santidad, pero el hecho ha pasado inadvertido. Las urgencias realidades del momento han desplazado la cuestión no a un segundo plano, sino al fondo del baúl mediático. Cuba no es la misma de 1998 cuando, similar a la Francia anterior a 1770, la clase intelectual incubaba la fiebre del cambio radical.

La Cuba de 2012 está a las puertas de su 1789. Las luces de la razón que en la Francia iluminista se difundieron a través de las sociedades secretas, han llegado a los hogares cubanos empacadas en memory flash. La gente dice que el Papa esto, que lo otro, que no es carismático… Pero no es eso. Si el áurea anticomunista de Juan Pablo II y, en menor medida, el rescate de la figura de Varela, dos intelectuales, constituyeron ejes entorno al cual giraron debates y expectativas durante aquella visita papal, esta vez el eje está en manos de hombres y damas de acción no violenta.

Nuestro ancien régime ya no tiene de dónde agarrarse. Por estos días una señora, una de las primeras víctimas del Nerón caribeño, lee las últimas pajas mentales del Granma, mientras repite aleccionada “vivir para ver”. Pataleos de ahorcado o manotazos de ahogado, más que clavo ardiente o tabla de náufrago. Nuestro monarca de marras se encomienda en secreto porque teme, sabe, que en las manos de Dios, no de los médicos de Chávez, está el detonante de una crisis hambruna que podría empujar al pueblo desesperado a la toma de la bastillosa zona cero y, a él, a la guillotina.

Las luces arrojadas por nuestros intelectuales sobre el pueblo en tinieblas, empiezan a dar frutos. Un ensayo ya no causa impacto. Ni un post, ni una revista por auténtica que sea. Ni siquiera una marcha de Damas de Blanco, que va siendo lugar común. El momento histórico madurez de la fruta, poco a poco, va desplazando a la vanguardia levadura. Ha empezado a crecer la masa. Esa masa apática escéptica que cada vez calla menos, colabora menos, obedece menos. Es el momento histórico de la masa que se cansó de simular, que empieza a romper las cadenas del silencio y de la sumisión.

Cuba está en manos de Dios pende de un hilo, de un puñado de células cancerígenas. Y de nuevo parece malograrse la revolución tal como Varela la concibió. Esa revolución-cambio pacífico que quiso adelantar allá en el mil ochocientos y poco, para evitar esa otra revolución-sangrienta a machetazos que sobrevino después, esa otra revolución fruto de la desesperación de un pueblo cansado de aguantar. A nuestro monarca se le acaba el tiempo y sigue aferrado, dispuesto a todo, nadando en sus reflexivescas pajas mentales.

El silencio entorno a la sacra dignificación de uno de los pilares de nuestra nacionalidad, parece será el signo de tal acontecimiento. La realidad las urgencias pasiones del momento, desbordan los medios por estos días. El ancien monarca arrincona con su tembloroso peligroso bastón al representante de la Iglesia en Cuba. El cardenal, en su rol de escudo a la cañona, delira mientras recibe los tomates y huevos podridos que llueven del extremo opuesto. Demasiada bulla. Demasiada sangre ardiendo, como para pensar con mente fría.

Como ocurrió con sus Cartas a Elpidio en el siglo XIX, la semana próxima Varela pasará sin penas ni glorias. En 1839, el incomprendido presbítero pedía a Luz y Caballero franqueza, entorno al destino de sus Cartas… (…) ¿por qué han sido tan mal recibidas? ¿Es por las doctrinas que contienen? ¿Es por el modo de expresarlas? Entonces la vanguardia intelectual de la Isla era agnóstica iluminista enciclopedista, a pesar de haberse formado en un seminario. Y el primer tomo de las Cartas… supone una contundente defensa de la fe católica. Contundente defensa sobre la que desde entonces pesa un velo piadoso. El agnosticismo intelectual, en la Cuba de hoy, sigue siendo mayoritario. Por lo tanto, Cuba no es Polonia. Nada hay que esperar.

La sacra dignificación del padre Varela pasará sin penas ni gloria, opacada por la demagogia autoritaria de un extremo, y por las urgencias y la justa indignación del otro. De ese otro extremo demasiado caliente en su frente de batalla como para comprender que, ese brazo que es la piedad, que luce frío y timorato en el fragor del combate, es tan necesario como el que empuña el machete de la resistencia.

 

 

INDIGNÉMONOS, OCCUPY OURS CHURS

No soy quien para juzgar a los compatriotas que están en el fragor de la batalla, ante quienes me quito el sombrero. Pero no comparto con muchos, con la mayoría, la forma en que han manejado la visita papal.

Durante cincuenta años el régimen nos malacostumbró a no valorar de dónde vienen las cosas, y es el caso que, ahora, exigimos derechos sin preocuparnos de la fuente de la cual deben venir.

Solemos comparar el prelado de la Polonia comunista con el de Cuba. Hablamos del papel que jugaron Karol Wojtila y Papieluszko, pero pasamos por alto el papel que jugó el pueblo polaco. Porque iglesia no es ni el templo, ni el cardenal. Iglesia es feligresía. Y la feligresía cubana, hoy por hoy, es un puñadito de niños catequéticos, y un puñadito de señoras piadosas. Porque a los manganzones, que pudiéramos ser la sangre y el músculo de la institución, nos acompleja ir a misa.

En El presidente, el papa y la primera ministra, John O Sullivan nos narra los audaces motivos de un obrero para recibir al Papa: rezarle a la Virgen, y así joder a esta gente. Mientras que el pueblo polaco en su momento dio cuerpo a su iglesia, el pueblo cubano ha dejado a la suya en esqueleto pelado, con el casco y la mala idea de un puñadito de ensayistas laicos que parecen salidos de la Ñico López. A ello sumarle que los cubanos de pluma libre que pudiéramos contrarrestarlos, a la hora de opinar, le damos más brillo a la metáfora socarrona que nos hace auténticos, que a la propuesta comprometida.

Y he aquí una en formato de diatriba.

Imagino ahora el templo de un pueblo cualquiera. Es mañana de domingo. Una docena de niños para la catequesis, y media docena de beatas rezando el rosario mientras llega el cura. Imaginemos que, de pronto, irrumpe un opositor, el único de ese pueblo, y se sienta a escuchar misa.

Imaginemos que de inmediato llegan tres amigos de dicho opositor simpatizantes de la causa, tres que no se aventuran más allá del susurro. Imaginemos que, con cada uno, van tres miembros de su familia, y ya tendremos doce.

La seguridad toma nota. Solo fueron a escuchar misa. No desfilaron, ni opinaron, ni cosa que se parezca. Acabada la misa se retiraron. Pero ocurre que hicieron acto de presencia pública, lo que basta para sonar las alarmas. Al domingo siguiente van dos agentes secretos dos FH, dos tercos viejitos de los años duros. Sospechan que hay un plan macabro. El domingo anterior, cuatro tipos con sus familias. Este domingo, el número asciende a ocho individuos.

Para el tercer domingo ya dan palos desde arriba. Algo hay que hacer para socavar el simbolismo de la nueva ¨maniobra de la contrarrevolución, no sea que siga uniéndose gente¨. Una bocina en el parque enfocada al templo con un reggaetón de los volaos, y gente de cultura seduciendo a los muchachos con jueguitos de participación. Pero no lo consiguen. A los ¨sospechosos¨ se han unido tres más. Ya suman once, por tres treinta y tres, más los FH previamente convencidos de que esta gente está yendo a misa por el dinero de la CIA.

El clímax de esta diatriba acontece cuando el diácono invita a darse la paz, y los perseguidos se acercan a intercambiar saludos con sus perseguidores, a los que tratan como hermanos, dejando pruebas de su calidad humana. ¿Hay mensaje más contundente que el abrazo del perdón?

El templo ha sido ocupado. Opositores, simpatizantes y FH, han confluido en un mismo espacio con solo asistir a misa. Ninguno ha renunciado a sus ideas liberales, socialistas o estalinistas, porque Dios los acoge a todos por igual. Ninguno conspira, ni habla de política, ni hace proselitismo. Solo han ido a escuchar mensajes de amor, paz, caridad y misericordia, al único sitio a donde nada ni nadie puede prohibirles la entrada. Con semejante vigorosa feligresía, el párroco empieza a ir más allá en sus homilías, saltando de un lenguaje para niños y personas mayores, a otro más audaz para hombres de acción.

Y fin de la diatriba.

Durante las últimas semanas, enarbolando lo de la Doctrina Social, hemos descargado nuestro furor contra el prelado. Conjunciones más menos, hemos exigido, al otro, un paletazo mediático, siempre sin comprometer al yo. No hemos tenido en cuenta que el paletazo mediático puede estar en la acción individual y comprometida de todos y cada uno, en el reclamo del espacio, la ocupación utilización con madurez del espacio, más que en el reclamo del micrófono y el titular de prensa. Un párroco no resuelve nada con predicar libertad y derechos humanos a un puñadito de niños catequéticos que nada entienden, y nada pueden hacer.

 

 

EL BARÓN DE ARARUNA, Y EL BARÓN DE PUNTO CERO

Republicanos y monarquistas se enfrentan en una pequeña ciudad del interior de Sao Paulo, un año antes de promulgada la Ley Aurea. La telenovela, retransmitida ahora en canales de alcance nacional, lleva de la mano y corriendo a quienes la seguimos debido al horario: seis, y diez de la mañana. Pero vale la pena.

El empaquetado reluce. El color, la recreación de la época el desenfado, el carisma de los actores, y el universal tema del amor… Pudiera pensarse que más de lo mismo, otro Derecho de nacer para amas de casa. Pero no. La trampa está en el cristalino fluir de este manantial extasiante, que pone en duda el valor artístico de la novela, confundiéndolo así con un producto light. Un cambio social está a punto de suceder en la remota ciudad de Araruna, gobernada despóticamente por un barón que, no sé por qué, a mí me recuerda a un viejito ahí…

Para empezar comparando, creo que si Niña Moza hubiese nacido en la Cuba actual, se hubiese metido a Dama de Blanco. Sobre todo ahora que el barón, su padre, la ha expulsado de la hacienda por defender a un esclavo. Niña Moza, al igual que nuestras mujeres, se sirve del templo para movilizar la opinión de las damas de la villa, en contra del despotismo de su padre.

La prensa en Araruna es vital para la lucha por el cambio. El dueño del diario acoge en su casa a un joven, Dimas, que pronto comienza a escandalizar con sus artículos pro abolicionistas y pro republicanos. El barón ha hecho de todo para fomentar la autocensura. Como el barón de Punto Cero, ha chantajeado, ha intimidado, ha movido fichas, y como no ha podido a las buenas, acaba de fabricar una causa y, a las malas, se ha llevado al periodista para su barracón, a donde ha empezado a recibir tratos crueles, inhumanos y degradantes.

La ley y la autoridad son a dedo. El barón de Araruna irrumpe en la delegación y trona purga al delegado, mal que bien observador de las leyes, y en su lugar coloca al caza esclavos, un mestizo roñoso resentido analfabeto agresivo, el equivalente psíquico al hombre-turba-paramilitar que, el barón de Punto Cero, emplea en mítines contra quienes lo desafían.

No falta la clandestina fundación de un partido político: el republicano. Por lo visto, era delito en esa época el pluripartidismo, como lo es aquí. Una noche el abogado Fuentes cita a un puñado de hombres de ideas avanzadas a su casa. La mayoría se raja y, los pocos que van, reciben a tiempo el aviso de que alguien ha chivateado, y que el barón está en camino para agarrarlos con las manos en la masa. “Tanta gente que cité que simpatiza con la causa, y a la hora de la verdad no viene casi nadie”, se queja el abogado. “No –replica el dueño del diario- ha venido más gente de la que pensé”.

La oposición de línea dura está representada por el linaje de Padre José, otrora esclavo reproductor de la hacienda, asesinado en el tronco a latigazos. Considerado rey en su tierra, Padre José fue duro de doblegar y es inspiración para tres de sus biznietos. Del lado de los blancos lo está por el hermano del quilombo, un enmascarado justiciero que, con ayuda de jóvenes amigos, invade barracas de noche y libera a los negros, poniéndolos en manos de asociaciones abolicionistas para conducirlos a la libertad.

No falta el cura de la novela, Fray José, quien se las arregla para estar bien con Dios y con el diablo. Los vecinos de Araruna no cesan de ponerlo en situaciones límites que él sortea, siempre encomendándose dando así el toque de humor. Desde el enfrentamiento al fanatismo de una de las beatas, pasando por el casamiento de un blanco de familia acomodada con una esclava robada, hasta el ocultamiento de dos esclavos fugitivos, acción ésta que al parecer, según las leyes del momento, pueden llevarlo a la cárcel.

Fray José es el arquetipo del cura bonachón sin enemigos. Ni siquiera el barón, lo que para nada le impide estar comprometido con las causas justas, como es su deber. Solo que, a diferencia de aquí, el pueblo de Araruna respeta la religión. A Fray José nadie lo pone contra la espada y la pared exigiéndole declaraciones abiertas contra el maltrato de los negros. El pueblo de Araruna, a diferencia del cubano, no está mediatizado intoxicado por el marxismo. El pueblo de Araruna no necesita de una declaración suicida, para saber que puede contar a discreción con el cura, quien está a favor de la abolición de la esclavitud. Como dato curioso vale destacar que un par de años después del tempo de la novela, en la vida real, la regente Isabel I de Brasil, por abolir la esclavitud, será condecorada por el papa León XIII con la Rosa de Oro, la misma que con que Benedicto XVI condecoró a la Virgen del Cobre patrona de Cuba.

Niña Moza es un ejemplo de folletín de buena calidad, que cumple con la imperiosa necesidad de literatura escapista de consumo masivo. Los paisajes la fotografía, la simplicidad del argumento el suspense, consigue llegar a todos los públicos de todos los niveles culturales, no para dejar la honda huella que deja la obra de arte, sino para aligerar la tensión del día. Las claves de la universalidad se leen por doquier, dejando entrever que el hombre el ser humano es el mismo, esté en la época en que esté. La prueba está en la simetría que puede trazarse entre ese Brasil decimonónico y la Cuba del siglo XXI, ambos a las puertas de un cambio cuya aristocracia regente se empeña en frenar.

 

 

LA CRUZ MEDIATICA

Como en cualquier escuela, ha llegado al aula un chico diferente. Y no es que el resto del grupo sea idéntico. De hecho, bastante difieren entre sí. Pero ocurre que el nuevo alumno, José K., ha llegado con ideas que no se ajustan a la media y está dispuesto a llevarlas hasta el fin, al precio que sea.

Su actitud se vuelve centro de atención. El resto de la clase –la única decidida a enfrentar abiertamente el despotismo del director-, ha echado a un lado las discrepancias en cuanto a métodos de lucha, y ha cerrado filas contra el nuevo individuo que no solo no acusa explícitamente al director, sino que ha sido designado por éste como diplomático interlocutor con las organizaciones estudiantiles que abogan por el impostergable salto al siglo XXI.

Imperdonable.

José K. tiene cierta influencia moral por su inteligencia y vasta cultura, aunque dentro de la escuela sobresalga más su desdén por los placeres mundanos. Ello lo hace blanco de burlas y chistes de mal gusto. No es carismático ni deportista, no busca pleitos, no canta, no baila, no come frutas, y lo peor: no dice lo que piensa para no zaherir susceptibilidades. La clase, la única de la escuela reconocida, premiada y apoyada por las organizaciones estudiantiles debido a su valiente postura, reconocida premiada y apoyada por sus encendidos discursos, no concibe no acepta, no tolera, no asimila, y más; sospecha, de éste “cuestionable” valor de la prudencia que predica el tal José K.

José K. sabe que el régimen del director agoniza. Desde el inicio supo que el régimen estaba condenado al fracaso, y la imprudencia que mostró entonces la pagó caro. La investidura de héroe que arrasa con que se presentó el director, deslumbró a no pocos de sus actuales acérrimos detractores, quienes que en su momento le hicieron corro.

El director, por su parte, sabe que el trabajo está hecho. El director sabe que con su estalinista método de enseñanza logró convertir en masa a toda la escuela, transformarla en masa rebelde que dice lo que piensa que estalla de pasiones humanas a la primera, y ahora se las está arreglando –y muy bien-, para encauzar dicha energía contra el prudente José K. desviándola un poco de sí, matando de esta forma dos pájaros de un tiro. A K., lo desestabiliza emocionalmente. Y al grupo rebelde, lo presenta al exterior como intransigente y vulgar iconoclasta.

José K. no encaja en el grupo debido a que reconoce se rige por instancias superiores a él. Acepta el principio de Autoridad. La filosofía que predica, la institución que milita que representa la institución que lo apoya, tiene una experiencia milenaria en el trato con los déspotas. La institución que representa pasó la prueba de los siglos, sorteó crisis de toda clase tiranos de toda clase, y logró llegar al siglo XXI como la más influyente autoridad moral, no obstante acumular también un inalcanzable récord de detractores.

El resto del grupo, de manera individual, no reconoce autoridad externa. Desconoce el valor de la prudencia al equipararla a la hipocresía, y proclama el derecho a la libre expresión a ultranza. Una libre expresión que en nombre de la libertad cuestiona todo cualquier proyecto que requiera la menor dosis de prudencia para ser llevado a cabo. Todo debe ser transparente, según la postura del grupo rebelde. Todo ser publicado, todo wikilikiado en nombre de la libertad de expresión, pues todo ser humano debe ser considerado apto para discernir la diferencia entre información y demagogia, so pena de ofenderle si se le considerase no apto.

Pero José K. avanza por un camino milenario, y deja que digan. Está acostumbrado a ser la oveja negra, a ser blanco de críticas y burlas de la masa que cree estar segura que, con lo que ya sabe, tiene más que suficiente. Por esto José K. asume que resulta inútil explicarle al resto del grupo sus razones, puesto que el mismo no tiene la más mínima curiosidad en saberlas. El grupo está más que complacido en su impresión nativa y radical de que la vida es simple, sin limitaciones trágicas. Por tanto, encuentra en sí una sensación de dominio y triunfo que le invita a afirmarse a sí mismo tal cual es, a dar por bueno y completo su haber moral e intelectual, lo que le lleva a cerrarse, a no escuchar, y por tanto interviene en todo imponiendo su llana opinión sin contemplaciones, según un régimen de “acción directa”.