17-1-2009

 

 

Gladiolos en la muralla

El declive de Fouché, el tenebroso camaleón francés que con astucia fría sobrevivió a todos los cambios políticos de su patria, empezó cuando chocó de frente con el desprecio de una vieja dama de la corte que le negó el saludo en una recepción. Habían pasado los años y eran tiempos de reconciliación, más para ella los excesos de la revolución francesa así como la decapitación del rey no habían sido meras anécdotas, sino realidades que había sufrido en carne propia.

La conducta de la aristócrata tuvo su lógica. Fouché había sido un criminal astuto y arribista que se las había arreglado para eludir el castigo de la ley de los hombres; no así el castigo divino: “que lo perdone Dios”, habría dicho la dama. La doctrina cristiana revolucionó el curso de la humanidad cuando implantó como dogma esencial el amor al prójimo; incluso a los enemigos. Sin embargo este dogma inherente al crecimiento de los hombrecomo seres humanos no es tan fácil de comprender como parece. No se trata de coser y cantar. Coser y cantar son acciones que dependen de nuestra voluntad; amar u odiar dependen de una voluntad superior, así que la doctrina cristiana hace referencia al amor, cuando el mismo no ha sido tocado por la Gracia que lo realiza plenamente, como un acto de voluntad que se le impone al odio. En todo caso insta a reprimir conscientemente al odio como única vía de paz y crecimiento, lo que no garantiza que el odio deje de sentirse porque no siempre es posible, sino que el perdón altruista lo opaque.

Hoy parecen erróneas las murallas diplomáticas y económicas que la Unión Europea y el presidente norteamericano erigieron en 2003. Fue un portazo en las narices de las autoridades cubanas que muchos alegan no funcionó. Yo discrepo. Es muy probable que el gobierno cubano, de no haber sentido el portazo, hubiese aprovechado la puerta abierta para seguir arrestando disidentes. Hoy, convencido del alto costo político y económico que puede traerle en la arena internacional, lo piensa mejor.

El cambio se anuncia a bombos y platillos, y por más re-conciliadores que nos pretendamos, el castigo no desaparecerá del todo. Las nuevas generaciones de cubanos queen cantidades importantes votaron por Obama en el exilio, y que, al igual que los cortesanos que restituyeron en su cargo a Fouché, no sufrieron los rigores de la represión comunista en carne propia, están en el deber de comprender el desprecio insuperable de la vieja dama hacia el camaleón, aunque discrepen de ella. La aversión que pueda sentir una Madre de la Plaza de Mayo hacia la derecha y su consecuente radicalismo en el extremo opuesto, debe ser tan respetado como el que pueda sentir una Dama de Blanco hacia la izquierda. No digo aceptado, sino respetado por quienes, a diferencia de ellas, no hemos sufrido la cárcel o la desaparición de algún ser querido.

La elección de Obama como presidente supone un reto en este sentido. Su política de cambios podría sentar las bases para un gradual desplome de las murallas que aíslan a nuestra patria, pero también podría sentarlas para nuevas formas de represión. Las autoridades cubanas en los últimos meses han machacado una y otra vez que están dispuestas a un diálogo siempre que no haya condiciones; pero eso, es para el bobo. Las condiciones a las que temen suponen un mayor espacio de libertad, y en base a que dichos espacios de libertad fueron los responsables directos del colapso del socialismo, las autoridades cubanas tienen claro dos cosas, una, que su papel en la historia terminó. La otra, que por sus maracas no lo van a reconocer porque, a fin de cuentas, podrían alegar que si están condenados “a muerte”, también están condenados a defenderse hasta la muerte.

La experiencia de las transiciones en Europa del Este ha puesto en evidencia la sicología camaleónica al estilo de Fouché de la nomenclatura comunista. Si el diálogo se llegara a producir, estoy casi convencido que los “dialogueros” serán recibidos del lado de acá por su contrapartida semejante a aquella descripción que hizo un destacado ensayista cubano al referirse a cómo fueron recibidos los “dialogueros” del PSOE en los primeros noventa: con la sonrisa de Mona Lisa, y con la paciencia de Job. Esperemos entonces que Obama abra la muralla para el corazón del amigo, pero que también sea lo suficientemente listo como para cerrársela al veneno y al puñal.