Noveno contacto

La vida de los nosotros

 


Fin de la primera temporada

Noveno contacto

Donde se cierra el caso Virgilio y se despiden Camilo y el Che, dejando abierta la posibilidad de encuentros futuros.

  • ¿Todo fue rápido eh?

  • Sí primo. Increíble.

  • Te vas debiéndome esta.

  • ¡! Así mismo.

  • ¿Y tu hija, y la nieta?

  • Figúrate. La niña está muy chiquita como para tener conciencia de que se va para siempre. La dejé en el portal jugando a las muñecas con las amiguitas, como si fuera un día como otro cualquiera. El padre fue a despedirla y ni caso le hizo.

  • ¿Accedió a dejarla ir… sin problemas?

  • A cambio de que lo sacáramos más adelante. Le di mi palabra y eso bastó.

  • Tú eres un hombre honesto, Camilo. Medio iluso, pero honesto.

  • Será fácil sacarlo, porque por papeles sigue casado con la hija mía. Pero mi hija está la pobre… Todo el mundo por la calle sorprendido, felicitándola. Todo el que aún nos trata, desde luego. Y ella forzando la sonrisa.

  • ¿No está contenta?

  • No lo sabe. La casa, con todo adentro, la empeñamos a precio de liquidación para poder pagarnos el pasaje. Tú sabes que mi hermana allá no puede, que vive de una pensión del gobierno. Mi hermana bastante hizo que buscó el garante, a condición de que nosotros lo pagáramos todo. Nosotros nunca fuimos media cabeza, Che. Nosotros nos sacrificamos mucho, en los últimos diez años, para azulejar baño y cocina. Instalamos una cisterna y un tanque elevado con motobomba, echamos nueva la sanitaria, pusimos ventanas nuevas, levantamos el piso… Todo sin quejarnos, porque nunca quisimos depender de la ayuda del gobierno. Nosotros siempre criticamos a esa gente que se la pasa reclamando, a esta gente, casa o materiales para la reparación, mientras pasan el día viendo novelas hasta la madrugada o jugando dominó en el parque. Y renunciar a todo eso de un día para otro, así como así…

  • Al menos pudieron hacerle dinero. Peor si hubiera sido como antes de las reformas, y tuvieran que dársela gratis al gobierno, para que el gobierno se la diera de jamón a alguna de esas noveleras casadas con borrachos del dominó.

  • Así mismo es.

  •  

  •  

  • ¡Pero alegra esa cara, señor de la vanguardia!

  • Yo… todavía no me hago a la idea. Tú sabes lo que es llegar un lunes a la embajada a ver si hay suerte, y resultar que, encima que nos aprueban a todos, nos dan pasaje para a los tres días…

  • ¡Alégrate entonces coño!

  •  

  • ¡Allá las cafeterías no tienen moscas! Allá hay fly, y aire acondicionado en todas partes…

  • ¿Y tú?

  • ¿Yo qué?

  • ¿Vas a dejar el MININT como dijiste? ¿Vas a jubilarte?

  • No sé, Camilo.

  • ¡Agarra primo, no seas comemierda! ¡Luego hablas de mí…! ¡Agarra ahora que los militares viejos se están repartiendo el país! ¡Agarra en una vaquería, en una corporación, en un hotel! ¡Tú das para eso y para más! ¡Tú en esa mafia serás un capo; a ti no habrá quien te haga cuentos!

  • No sé, no sé. Toma...

  • ¿Y esto?

  • La dirección y el teléfono de Ernestico.

  • Coño…

  •  

  • ¿Y qué hago? ¿Lo busco; qué le digo?

  • Dile la verdad.

  • ¿Qué verdad?

  • La verdad de quién soy yo. La verdad de lo que has visto. Mis convicciones… Nadie mejor que tú me conoce, Camilo.

  •  

  • Ernestico maduró, Camilo. Ya no es un rebelde sin causa. Ernestico tuvo su etapa de comunista romántico. Incluso militó en la UJC desde los quince, hasta que abrió los ojos y se me fue de las manos. Tú sabes esa parte de la historia. Y yo, antes de militar, soy padre. Y la única forma que tuve para demostrarlo, para que no fuera carne de presidio político, fue allanarle el camino a la madre para que lo sacara a tiempo. Qué mejor ejemplo para Ernestico de la estrategia que usé con él, que la misma que usó Ramiro Valdés con el hijo. Si él que es un comandante histórico -el jefe histórico del MININT-, saca al hijo de Cuba y lo pone a buen recaudo, ¿crees que yo iba a hacer menos con el mío? Su hijo no es más que el mío, Camilo. Y todos, todos los “históricos”, están poniendo a salvo a sus familias. Esa gente es muy astuta, Camilo. No es igual morir quemado tú solo, que arrastrar a tu familia a las llamas. Con esa carga de consciencia nadie puede; ni el más HP de los hombres. Ellos sí, no te digo que no. Ellos van a inmolarse aquí, pero solos. Ellos están viejos, qué más les da morir hoy, que morir dentro de un par de años. Así caso de que se arme la rebambaramba, los hijos no tienen que pedir asilo político en ninguna embajada, porque de hecho ya son ciudadanos extranjeros. Así que tú, mañana, saldrás por la puerta ancha del aeropuerto. Tú desde mañana fungirás, virtualmente para el MININT, como un cubano que va a recaudar divisas para la revolución.

  • ¿?

  • Si mañana perdemos el control que tenemos sobre el petróleo venezolano –que lo vamos a perder algún día- la pongo en un picador a que el veinte por ciento de los cubanos, los que viven en el exterior, suplirán el déficit duplicando las remesas que envían a Cuba. Esa fuente de divisas es la única que no depende de la política sucia para existir, porque está basada en sentimientos genuinos. Y tú recibirás el mismo estatus que ha recibido la mayoría de los viejos que apoyaron a la revolución toda su vida, los oportunistas que lucharon hombro a hombro con los comunistas.

  • ¿?

  • Sí Camilo, piensa para que veas. Nos ponemos viejos, dejamos de ser útiles al Ministerio del Interior y al Partido, ¿y qué hacen con nosotros, sobre todo con ustedes, los FH? Pues allanarles la salida del país para que vivan la vejez a costa de las políticas sociales del gobierno americano. Y a sabiendas que, parte del dinero de dichas políticas sociales, irá a parar a manos de los familiares que tienen en Cuba. O sea que, de la forma que lo pongas, nos las arreglamos para romper el bloqueo y para autofinanciarnos. Ello sin contar con que tenemos allá gente de los nuestros, que cuando la circunstancia lo requiera, cabildearán a nuestro favor.

  • Bueno, yo, por lo menos… Es un compromiso moral que tengo conmigo mismo. Yo voy a ayudar a Virgilio en su proyecto de vida, el que sea; tú lo sabes. Si quiere hacer oposición, bien. Si mañana decide emigrar, pues también; lo ayudaré a emigrar con dinero de mi bolsillo. Es lo menos que puedo hacer, luego de ser testigo de la entereza que demostró en el acto repudio. Un asunto de consciencia.

  • No importa, Camilo. Queda bien con tu conciencia. Pero ten presente que, la ayuda que le darás a Virgilio, nunca será mayor a la ayuda que recibirán tus familiares en Cuba. Ayuda que a fin de cuentas, irá directo a las arcas de nuestros comandantes a través de su red nacional de tiendas por divisas: no lo olvides.

  • Y más ahora que retomaron el monopolio de las tiendas. Se chivaron los que invirtieron en una ciudadanía española para importar ropa desde Perú y Ecuador. O desde Miami.

  • Así mismo es.

  • ¿Y ven acá? ¿Esa conversación que tuvieron Virgilio y tú en ese almuerzo, fue tan secreta así… o puedo saber algo? Vaya, que dijiste ahorita de que llegaron a un consenso, y me he quedado intrigado.

  • Sí, puedes. Quién mejor que tú. Aunque no sé cómo no te ha contado.

  • Está algo distante, Che. No por nada, sino por cansancio imagino yo. Es un ser humano a fin de cuentas. Ha tenido que replantear su vida entera, y total para qué.

  • Pues te cuento. Te adelanto que fue reconfortante, que fue interesante hablar con él. Vaya que no me defraudó. La última vez que nos vimos, o la penúltima, te dije que había empezado a admirarlo ¿y sabes por qué?

  • ¿?

  • Porque, a diferencia de un opositor del montón, o sea de un panfletista, respetó, de principio a fin, lo que yo representaba. Es decir, mi condición de militar que recibe y cumple órdenes, sin derecho a cuestionar las mismas. O sea que partimos de esa premisa. Me aseguró que no pretendía adoctrinarme repitiendo lo que él sabía que a su vez yo sabía cómo individuo de cierto nivel que soy. Pero que, para respetarme él a mí, que no pretendiera yo adoctrinarlo con una retórica demagógica que él sabía, tan bien como yo, que no era la mía.

  • Acaba de empezar y deja el trabalenguas.

  • Bien. Para situarlo en contexto, para indicarle el terreno al cual pretendía llevar la polémica, que no es otro que el de la esterilidad de su lucha –lo que nada tiene que ver con la ilegitimidad de la mía como oficial del MININT-, le hice un recuento, un viaje por nuestra historia, tomando como eje el papel de nuestros luchadores “históricos” en la historia.

  • Y valga la redundancia.

  • Ajá. Valga la redundancia. Empecé diciendo que nuestra primera guerra de independencia fue una guerra no solo de cubanos contra españoles, sino de cubanos contra cubanos. En la historia se le conoce como regionalismo. Los generales de Oriente, los del Camagüey y los de Las Villas, cada cual en su zona, también estaban en guerra entre sí. Y todos, a su vez, en tensiones fuertes con el gobierno civil de la república en armas. ¿No te recuerda, digo este ejemplo, una situación parecida a la de la oposición actual, comandada ya por “históricos”? ¿No hay ya, de hecho, un grupito de opositores “históricos” pugnando por el mando en Oriente, un grupito pugnando por el centro del país y otros por mandar en La Habana?

  • Bueno…

  • Para no aburrirte. ¿Qué grupito histórico tuvo la última palabra en esa guerra, la de independencia, quiero decir?

  • ¿?

  • Ninguno. La última palabra la tuvieron los americanos.

  • Sí pero acuérdate de Martí… que unió a los mambises en un partido para impedir a tiempo…

  • Sí-sí-sí. Martí… muy bonito y todo lo que se quiera su famoso partido. Pero fueron los americanos, fue el poder del dólar, el que se impuso a la larga, el que decidió el rumbo de la historia de Cuba. Los “históricos”, entonces, cargaron contra los americanos después de haber cargado contra los españoles. El antiamericanismo de Fidel Castro, a partir de los sesenta, estaba ya en la psiquis profunda del pueblo cubano desde los mambises, con la cantaleta esa de que les robaron la guerra que ya tenían ganada. De ahí el éxito que tuvo la demagogia de Fidel Castro. Los “históricos” de entonces lucharon por la independencia, por la instauración de la república, es verdad. Pero lucharon también por el poder, por mandar. Porque es lo humano, Camilo, es lo humano. Quien lucha hoy, lo hace también para mandar luego. Y resulta que, en los inicios del siglo XX, los “históricos” ya estaban fajados entre sí por el poder, por controlar políticamente a la isla. Hay rondando una supuesta carta inédita de Varona… en una revistica ahí…

  • Cuadernos para la transición, la revista de la gente del SATS.

  • ¿Virgilio te la dio a leer eh? ¿Será auténtica esa carta, o será una estrategia de la gente del SATS para legitimar la cruzada que han empezado contra los “históricos”?

  • ¿?

  • No me hagas caso, Camilo. Conjeturas mías. Como ahora andan diciendo que la oposición debe llamarse a capítulo… podríamos manipular sus intenciones, echar a pelear a la gente del SATS con los “históricos” de la contrarrevolución. Te decía que entonces… Vaya, que es lo que ocurre siempre. Al principio todo bien. Pero, poco a poco, la parte mezquina de la naturaleza humana se va imponiendo. ¿Me hago entender?

  • No.

  • Que la oposición histórica ya dejó de ser la víctima admirable que da un testimonio de valentía, para empezar a vivir y a vacilar a costa de glorias pasadas. Yo incluso la comparo con los últimos “históricos” en nuestra Historia, es decir, mis superiores.

  • ¿Tus superiores?

  • Sí, los comandantes “históricos” de la Sierra: la generación del 50. Una vez que la lucha cuaja se consolidan posiciones, cuotas de posibilidades futuras de acceso al poder, que ningún opositor consolidado estará dispuesto a dejar escapar, cediendo a una hipotética unión entre ellos mismos, o una hipotética unión con opositores de última hora. Los americanos saben eso y ya, de hecho, están tomando medidas.

  • ¿?

  • Saben que el sistema de oposición pacífica, al que han estado apostando con capital de su bolsillo, está en crisis. Lo que se lo callan, porque el teatro no está listo. Pero los que ponen el billete –americanos o cubanoamericanos-, los que arriesgan su capital, lo saben. Saben que el cubano de a pie no ve al opositor como un heroico patriota que se sacrifica en la lucha por la democracia de su patria, sino como a un individuo que recibe un salario por hacer denuncias de violación a los derechos humanos. En vano han pretendido vender, al cubano de a pie, la imagen de un opositor que es un ejemplo de dignidad a seguir, puesto que ese cubano de a pie, así como el opositor, desafía, día tras día, nuestra política de chantaje financiero. Ese cubano de a pie, incluso, se percibe a sí mismo como más heroico que dicho opositor, porque piensa que este último está “respaldado” por alguna organización importante, mientras que él no cuenta con respaldo alguno de nadie. Este cubano de a pie mira con escepticismo a ese opositor que recibe una mesada fija a la que nunca hace referencia por alguna razón sospechosa, y como el que calla otorga…

  • Sí, ya. Que el velo de silencio en torno a cuánto gana un opositor por hacer oposición, la falta de transparencia, es abono que fomenta el escepticismo en el cubano de a pie.

  • Ajá. Y los americanos saben eso, le dije yo a Virgilio. Los americanos saben que no hay futuro con esa oposición, y no dudes tú que poco a poco vayan sacándola de escena para que no se apoltronen en el diván del capital histórico. Como hicieron en 1901: los retirarán con una buena pensión de veteranos de guerra, y a los “generales mambises” de hoy, en lugar de fabricarles un palacete en el Vedado, a lo mejor les fabrican uno en Miami para que su ego, inflado por ellos a base de premios internacionales y medallas, no frene el avance de la historia.

  • Pero…

  • Pero nada, Camilo; no hay tal sociedad civil. Hay embriones, tal vez simulacros de sociedad civil que mantenemos a raya. Sí hay una cortina de humo que confunde a todo el que vive en el exterior. Porque los líderes de la famosa sociedad civil invierten demasiado tiempo –casi todo su tiempo- en la quema de leña verde para difuminar su verdadera imagen en el internet, de cara al extranjero.

  • ¿?

  • Acá la percepción es otra. Acá el cubano de a pie no los ve ni como ejemplos de valentía a seguir, tal y como se promueven ellos, ni como mercenarios a sueldo, como pretendemos venderlos nosotros. El cubano de a pie se instala en un término medio: los ve como una especie de Asamblea del Poder Popular alternativa.

  • ¿?

  • Cuando la burocracia les cierra todas las puertas a ese cubano de a pie, ellos acuden a esa especie de “periodista investigador” que ven en cada disidente, para denunciar la desidia de dicha burocracia. O sea que, los disidentes, no son percibidos como líderes, sino como una institución que, en lo único que se diferencia del resto de las instituciones que operan en Cuba, es en que se subordinan a organismos internacionales, cuya denuncia a los mismos tiene determinado alcance. Llama la atención que el cubano de a pie, cuando ve a un opositor, lo primero que comenta es: “mira esa gente; está contra el gobierno, y nadie los puede tocar. Lo que hacen ellos lo hacemos cualquiera de nosotros, y enseguida vamos presos. Esa gente no porque esa gente tiene respaldo de afuera”.

  • Algo así como funcionarios con inmunidad diplomática, a los que se les puede detener un par de horas, amenazar, quizás unos meses, pero hasta ahí. Como si fuesen gente de embajada, con la única diferencia de que no pueden ser expulsados del país, pero que, al igual que éstos, son inmunes a la asfixia económica que como medida podría tomar el gobierno.

  • Exacto. El opositor le explica al cubano, ese que inútilmente pretende convertir en ciudadano, que nada tiene que temer. Se mata explicando a dicho cubano que solo tiene que decidirse a reclamar sus derechos como ciudadano que es, que es perfectamente legítimo, que por eso no va a ir preso. Y dicho cubano llega a entender que es verdad, que por eso no va a ir preso. Pero a su vez le queda claro que, la reclamación de dichos derechos que tiene como ciudadano, de no hacerlo por los canales establecidos, pueden hacerlo sospechoso de traición a la patria, pues un país en permanente guerra económica como el nuestro, no puede darse el lujo de permitir una quinta columna. Ese cubano sabe que no irá preso si reclama sus derechos fuera de los canales establecidos, pero al mismo tiempo recela de un opositor que empuja y que no se da golpes, porque al final de cada mes, haga lo que haga, los frijoles de ese opositor estarán garantizados, mientras que los de ese cubano de a pie, devenido en ciudadano a la cañona, no. Y entonces el opositor lo más que podría hacer es una denuncia, y hasta ahí.

  • ¿Pero a dónde está lo nuevo, Che, porque todo eso lo sabe Virgilio? Incluso por eso mismo está con la cantaleta esa de inventar la oposición sustentable.

  • Camilo, me preguntaste de qué hablamos, y yo te estoy respondiendo, ¿ok?

  • Ok.

  • Le expliqué de cómo, en 2003, la estrategia de cortar las cabezas fue sustituida por la de cortar las extremidades. Menos escandalosa, y más eficaz.

  • ¿?

  • Sí, que en 2003 en lugar de trancar a los cabecillas de perfil alto, trancamos a los de perfil medio y bajo. Ni a Elizardo ni a Payá los tocamos entonces. Y ahora, diez años después, lo mismo, pero más perfeccionado. Metimos la pata en 2010 con el albañil y con Fariñas, pero rectificamos en 2013, y ahora tenemos a los “históricos” viajando por el mundo, y a los de perfil bajo los tenemos aquí, comiéndose un cable.

  • A todos no. A los de la Primavera Negra, con licencia extrapenal, no los dejan salir.

  • La excepción de la regla. Tampoco vamos a hacernos de miel. Además, eso ayuda a crear roces entre los que viajan y los que no. Eso ayuda a dividir. Al final Virgilio entendió…

  • ¿Virgilio entendió?

  • ¿Lo dudas?

  • Lo dudo, porque lo conozco mejor que nadie. Incluso mejor que la mujer suya. A ver: ya esbozaste tu manual antimercenario. Que dicho sea de paso explica la enfermedad, pero no explica la cura.

  • La cura es matar al paciente, Virgilio. Tú no eres bobo. Hay sus drogas para aliviar el dolor unas horas, o meses, o años tal vez. Pero cura lo que se dice cura… Acuérdate del refrán: nadie lo tumba, pero nadie lo arregla.

  • Bueno… ¿y Virgilio? ¿Se te quedó callado con todo eso? Porque, pienso yo, no tuvo cómo rebatir tus argumentos, tu profundo análisis sicológico, antropológico, o qué se yo. Mucha sicología y antropología, pero Virgilio sigue teniendo razón. Tú y yo sabemos que la razón está de su parte, que la Historia con mayúscula está de su parte, aunque, según tú, no esté de parte de los “históricos”

  • Virgilio es un hombre de libros, de literatura. Y sus argumentos tomaron esa vía. ¿Sabes con cual me salió?

  • ¿?

  • Con Dostoievski. Me dijo que yo le recordaba un personaje de Dostoievski.

  • ¡!

  • Al Gran Inquisidor de los Karamázov. Me preguntó si yo me había inspirado en él para redactar mi manual antimercenario.

  • ¡! ¿Y fue así?

  • No, claro que no, si ni siquiera había leído a Dostoievski. Buscó en el bolsillo, sacó una memoria, me pidió que encendiera la laptop, y que pinchara una carpeta que contiene una biblioteca con clásicos. Así lo hice. Abrí el documento que me indicó, y me pidió que leyera en voz alta el último párrafo, que esa era toda su respuesta.

  • Enciende la laptop y léemelo para ver.

  • Ah Camilo, no te pongas pesado. Para entender el último párrafo, o sea la respuesta de Jesucristo al Gran Inquisidor, tienes que situarte en contexto leyendo el monólogo completo.

  • No importa. Léemelo.

  •  

  •  

  • Está bien, aquí está. Imagina que el inquisidor soy yo, y que acabo de recitar un monólogo que explica a Virgilio la esterilidad de su lucha, la incompatibilidad de su idealismo, con la realidad representada por nosotros. Como el personaje, que le explica a Jesucristo la inutilidad de su fe, de su pan de los cielos, frente a un rebaño al que solo interesa el pan de la tierra. ¡Como los cubanos de a pie a los que no interesa la lucha por la democracia, sino la visa para emigrar del país pobre al país rico!

  • ¡Pero acaba ya!

  • Dice así: El inquisidor calla. Espera unos instantes la respuesta del preso. Aquel silencio le turba. El preso le ha oído, sin dejar de mirarle a los ojos, con una mirada fija y dulce, decidido evidentemente a no contestar nada. El anciano hubiera querido oír de sus labios una palabra, aunque hubiera sido la más amarga, la más terrible. Y he aquí que el preso se le acerca en silencio y da un beso en sus labios exangües de nonagenario. ¡A eso se reduce su respuesta! El anciano se estremece, sus labios tiemblan; se dirige a la puerta, la abre y dice: "¡Vete y no vuelvas nunca..., nunca! Y le deja salir a las tinieblas de la ciudad. El preso se aleja.

  • Así que le besa los labios… No me digas que te besó cuando le recitaste la teoría de la… “oposición histórica, apoltronada a privilegios históricos”.

  • ¡!

  • No porque…

  • Tranquilo. Sabía que, como buen cubanazo que eres, como todo buen “Camilo”, me harías el chistecito. Pero ya, hablando en serio. Yo al final capté el mensaje. Me costó trabajo, pero lo capté. Lo que quiso decir Virgilio, más o menos, es que yo tenía razón. Y, sin embargo, que no tenía La Razón. Así, con mayúsculas. ¿Me hago entender?

  • Claro, Che. Que ustedes hayan levantado un muro para frenar el avance de la Historia, no quiere decir que el futuro no esté del otro lado del muro. Una hambruna, por ejemplo, podría hacer inoperante al muro; la gente se abalanzaría en masa hacia el futuro en cuestión de horas, como ocurrió en Berlín. Yo, como tú y como Virgilio, no creo en el protagonismo de la disidencia cubana como factor del cambio, a no ser que Dios ponga su mano. Tres o cuatro idealistas con acceso a internet y a foros internacionales, no podrán hacer mucho si Dios no pone su mano.

  • Pero sí podrían ser el detonante, la chispa que encendería un volcán que arrasaría. La gente está cansada, Camilo. Y una virtual combinación de hambruna más descontento social, desembocaría en una masacre de proporciones nunca vistas en este país. Cuando alertamos sobre la repetición de escenarios como los de Siria o Libia, más bien utilizamos un juego semántico.

  • ¿?

  • La táctica orwelliana del doblepensar, vaya, para hacerme entender en tu línea literata. Acusar a la oposición de andar buscando un escenario como los de Siria o Libia no es una metáfora; para nada. Es algo literal. No por el hecho de que asumamos que la oposición esté buscando eso, sino por el hecho de que esa es la forma que el gobierno encontró para alertar cómo reaccionará en caso de estallido social. De haber un estallido social, habrá represión. Y, si hay represión, será casi imposible evitar que haya muertos. Y si hay muertos vendrá la condena internacional, la presión, y como reacción a dicha presión vendrá el atrincheramiento del gobierno decidido a luchar, hasta la última gota de sangre, contra el imperialismo que supuestamente le paga a una quinta columna mercenaria. O sea la misma perspectiva demagógica que emplean los medios de comunicación de acá para referirse al caso de Siria y Libia. Al dejar patentizado que actuará como Gadafi o como Al-Assad, el gobierno se acoge a la lógica del mal menor. Así que, según esta lógica, sí es el gobierno quien está evitando el caos y la masacre al emplear la táctica de la represión blanda contra la oposición pacífica. Yo, Camilo, estoy luchando para evitar el derramamiento de sangre que ocurriría en caso de que se intentase derribar al muro antes de tiempo. Esa es mi lucha. Mi filosofía viene a ser una especie de Realpolitik, basada en intereses prácticos y necesidades inmediatas y concretas, sin atender a la teoría o la ética que esgrime la oposición. La libertad de expresión es importante, pero la paz, la vida biológica, lo es aún más. Y es la paz lo que está en peligro. La vida de millones de infelices a los que la libertad de expresión, la libertad de culto o la libertad de lo que sea, les tiene sin cuidado. La vida de esos millones de infelices es lo que está en juego ahora mismo, por el capricho o la manía de grandeza de tres o cuatro idealistas que no tienen otra cosa que hacer que escribir ensayos.

  • Pero esa paz que está en peligro, Che, es la paz de los cementerios. Esa paz por la que abogas, es la paz de los cementerios. Es la paz de la nada cotidiana por la que no vale la pena vivir.

  • Pero es paz al fin. La paz que nos tocó, Camilo. Sino dilo tú mismo. ¿Qué son seis muertos, más tres fusilados en los últimos veinte años, comparados con el millón de muertos de la guerra civil española en solo tres años, por ponerte un ejemplo? ¿O comparados con los millones de víctimas del Holodomor ucraniano? Nueve muertos, en más de veinte años, es un récord de benevolencia para cualquier dictadura. Cualquierita. Y, yo, soy un garante de esa paz.

  • Se te olvida la masacre del remolcador Trece de marzo en el 94.

  • ¡!

  • ¡!

  • Está bien. No obstante, entre todos, los muertos por “sacrificio político” en los últimos veinte años, no llegan a cincuenta. El horno no está para pastelitos, Camilo.

  • ¿Sacrificio político?

  • Sacrificio político, Camilo. Hiroshima y Nagasaki son los mejores ejemplos de sacrificios políticos. Sacrificar 100 000 personas para salvar seis o siete millones. Te decía que el horno no está para pastelitos. Cuando lo esté pues bien, a hornear pasteles. Vengan la libertad, la democracia, los derechos humanos. Pero, ahora mismo, no lo está. Así de simple. Y la libertad, la democracia y los derechos humanos, no ameritan la masacre que se avizora si la gente se tira a la calle, ni amerita la violencia, la hambruna y la muerte de miles de ancianos, mujeres y niños, como en Libia o Siria. Recapacita, Camilo. Cuánta gente simple ahora mismo, en Siria, no diera lo que fuera por esa paz de cementerios que tanto criticas, y que sí tenemos en Cuba.

  • No compares Cuba con Siria, Che. Allá son fanáticos, fundamentalistas. Acá somos occidentales.

  • Como occidental era la España o el Méjico de las masacres de los años treinta del siglo XX.

  • Ya lo dijiste: los años treinta. Estamos en el siglo XXI…

  • ¡El siglo que sea, Camilo!...

  • Baja la voz.

  • que te pones de p… El siglo que sea. El hombre siempre será el mismo. Como decía Dostoievski: un idealista clamando por el pan de los cielos, contra cien mil hombres clamando por el pan de la tierra. Los Castros son como ese inquisidor. La libertad de expresión, la democracia, los derechos humanos… ¿A quién le interesa eso además de a ti, a mí, a Virgilio, y a cuatro o cinco cagatintas que lo único que hacen es redactar ensayos? ¡A nadie más! Mira toda esa gente que se va en un bote, llega a Miami y se acoge al estatus de preso político, y tan pronto como puede empieza a lucrar con la miseria de los cubanos de acá, importando ropa y revendiendo esto o aquello, y se caga en los derechos humanos. Y cuántos opositores no hacen como el poema de Bertold Bretch y luchan un año, o cinco, y al sexto año paticas pa qué te quiero; a Miami por la puerta ancha.

  • Che… el tiempo corre, y te voy a decir como Sócrates: yo solo sé que no sé nada. (se pone de pie y se dan las manos) No sé por qué tengo la impresión de que esta polémica no acaba aquí.

  • No, no acaba aquí. Es un buen final, pero no acaba aquí. Más pronto de lo que crees volveremos a vernos las caras.

  • ¿Tú crees?

  •  

  • Bueno, si tú lo dices.

  • ¿Quieres apostar?