La vida de los nosotros

 

 

Tercer contacto

Donde se informa hasta qué punto funcionó la primera estrategia empleada para disuadir al poeta de sus ideas contrarrevolucionarias, y se sientan las bases para una segunda.


 

  • Bueno, otra vez aquí.

  • Otra vez aquí.

  • Dime una cosa, antes de pasar al tema de Virgilio. ¿Qué has oído tú de la barcada que agarraron al sur de Pinar del Río?

  • Ah, esa gente… Figúrate que es la segunda vez que los agarran. Aunque no solo a ellos. En el último mes han hecho zafra en la costa. Han agarrado como a tres chiquipacas entre los mangles, y otro en una finca ahí. Que para mí que los dueños de la finca trabajan para ustedes estafando comemierdas. Dicen que después del escándalo de los ahogados en Yucatán, les dieron un chuchazo a los de guardafronteras y a la gente de Gustavo advirtiéndoles que, por este municipio, no podía salir ni uno más. Que cortarían cabezas si había otro escándalo internacional como ese.

  • Sí, eso ya lo sé. Pero la pregunta es otra. ¿Qué has oído tú de los carteles antigubernamentales que esa gente colgó en las salas de sus casas? ¿Quién crees tú que está detrás de todo eso? ¿Virgilio?

  • ¿Qué Virgilio de qué, Che? Detrás de esos carteles quien está es la Seguridad.

  • ¿Cómo la Seguridad?

  • Che, más claro ni el agua. Esa fue una polémica mía con Gustavo que, a propósito, me citó con el pretexto de interrogarme, por la lectura de las décimas en el taller literario.

  • ¿Te citó? Si él sabe que tú eres un agente mío. ¿Quién es él para quemarte así?

  • No, tranquilo. Me dijo que no lo volvería a hacer. El caso es que, con todo ese jelengue de la gente de la barcada que agarraron en Pinar del Río que han creado una célula... Una CELULA, no el grupito de cagatintas de Virgilio; una CELULA de verdad, afiliada a no sé cuál partido. Y entonces como de rutina citó a Virgilio por lo del blog ese de no sé qué grupo en el que escribe, me citó a mí por mi amistad de última hora con éste, y también citó al aldeanito que trabaja para él. Para tapar la letra.

  • No obstante no debió haberte citado. La lectura de unas décimas no es motivo para citarte a la policía; nos da peor fama de la que ya tenemos. Cosa más grande éste hombre.

  • Bueno, vamos a la cuestión. Yo le dije esto que te estoy diciendo ahora, que los responsables de la célula contrarrevolucionaria eran ellos mismos. Y si no, analiza para que veas. Un puñado de gente desesperada invierte todo, en una barcada, para irse ilegalmente del país. Los guardafronteras los agarran después de una pila de días, de no se sabe cuántas millas, después de veinte mil sacrificios, y ello porque se les rompe el motor. Y sin tener en cuenta que dicha familia lo ha vendido todo, sin tener en cuenta que literalmente ha quedado encuera y hasta endeudada, les cobra una multa a cada uno que equivale al salario medio de un año… ¡por poner en riesgo sus vidas! No jodas, Che. Cogí y le dije a Gustavo cuatro verdades. Cínico como es.

  • ¡!

  • Déjame terminar. El caso es que a raíz de esa multaza, la familia desesperada, sin un medio para comer, acude a la oposición con doble objetivo. Uno, demostrar su capacidad de reacción: “hice esto, porque ustedes me pusieron contra la pared.” Algo así como una muestra de rebeldía. El otro objetivo, el de labrar un expediente de opositor, para en un futuro conseguir una visa como perseguidos políticos. Compadre –le dije yo a Gustavo- no le peguen multa a esa gente, y no tendrá entonces por qué hacer de, un problema migratorio como le llaman ustedes, un problema político. Ya es bastante con que pierdan la barcada, el dinero, la olla arrocera, el fogón eléctrico, la poca miseria que tienen en la vida. De dónde esa gente va a sacar ese dinero para esa multa, después de haber empeñado hasta… los calzoncillos. Ya es bastante humillación que no hayan logrado llegar a Méjico… Por eso en el fondo me alegro. Me alegro que hayan reaccionado. Y se lo dije así mismo porque me encabroné. Apuesto a lo que sea que no lo hacen porque tengan ideales ni nada que se parezca, sino que lo hacen por joder. ¿Ustedes apretaron? ¡Pues cojan ahora! Lo hacen por joder, y lo hacen por un sentido práctico, ya te lo dije. Porque ahora si llegan a Méjico y los agarra la policía federal o los agarra en alta mar algún Barco Madre, pueden acogerse a que son perseguidos políticos, porque forman parte de una célula contrarrevolucionaria, y pueden alcanzar el rango de exiliados, en lugar del rango de emigrantes.

  • Tienes razón en parte; no vamos a discutir eso que no hay tiempo. Pero no obstante, se te fue la mano con Gustavo. Tu primo soy yo, no él. Con él no puedes abrirte así, decirle que te alegras. No lo hagas más… por tu bien. Si de verdad quieres irte del país, limpiar tu antecedente penal, sé más prudente en la próxima.

  •  

  • Entonces… quedamos que Virgilio nada tiene que ver con esa gente.

  • Nada, ya te lo dije. Esa gente hizo contactos en La Habana. Creo que en la barcada había un habanero que conocía gente de los derechos humanos, y los conminó a hacer activismo para aspirar al refugio político, que es legal.

  • ¡! Si tú lo dices.

  • Primo, Virgilio cree en la lucha pacífica. En la resistencia pacífica, en la no-violencia. Virgilio no partirá el pastel con esa gente, porque es otro el nivel. Esa gente es pragmática, solo quiere vivir una vida normal, un salario que alcance para comer, llevar a los hijos a pasear los domingos en el carro de la familia. Y cosas así. Virgilio no. A Virgilio no le interesa nada material. Virgilio sueña con cambiar este país. Virgilio es idealista. Virgilio habla de Gandhi, de Luther King, de Mandela. Toda esa gente de la oposición es admiradora de esos tipos que te acabo de mencionar, aunque yo… no sé qué te diga. Hay algo en esos tipos que no me dan la cuenta.

  • ¿En qué tipos?

  • En los Gandhi, los Mandela, los Luther King. Virgilio me estuvo hablando de ellos como el gran ideal de la oposición, como los que descubrieron el agua fría para lograr el cambio. Pero a mí… esa filosofía de lucha no acaba de convencerme. No veo forma de aplicarla a Cuba, al pragmatismo de los cubanos, y menos del gobierno cubano.

  • Yo tampoco.

  • ¿Tú tampoco, eh?

  • Claro que no. En Cuba no hay nivel para entender eso. ¿Por qué funciona la huelga de Fariñas? Por la opinión pública europea y norteamericana, que es la única en el planeta que tiene el refrigerador lo bastante lleno, como para darse el lujo de sentarse en un sofá a tener escrúpulos de consciencia. En el resto del mundo, incluyendo a Cuba, eso es visto como lo que es: una excentricidad. Fíjate si esa gente remunera bien esa excentricidad, que a Fariñas le pagaron 50 mil euros por la huelga que hizo.

  • ¿Cómo 50 mil?

  • Le dieron el premio Sajárov. Pero oye, mira la hora que es y todavía no hemos tocado el tema que nos interesa. ¿Cómo le va a Virgilio, luego de la bola de chivato que le hemos regado?

  • Primo, lo mismo que dijiste. Volvió a sentarse conmigo en el parque con un vasito de ron y ahí se despachó, se desahogó. Parece ser que en la provincia, en Cultura, hubo un homenaje para los artistas y los escritores con almuerzo, cerveza gratis, transporte gratis… Una actividad a la que no va todo el mundo, porque parece que asignan cierta cantidad de tickets para cerveza, así que mientras menos gente vayan, más cerveza coge cada cual. Y a Virgilio, que siempre lo invitan, lo dejan fuera. Bueno, ahí se despachó. Me contó todas las traquimañas habidas y por haber en el sectorial de Cultura. Yo me quedé frío.

  • ¿Cuáles traquimañas?

  • Negocitos rastreros, boberías que hace esa gente para sobrevivir.

  • Sí, cuéntamelas.

  • ¿? ¿Para qué… entrar en detalles?

  • ¿Cómo para qué?

  • Eso no es importante… la vida de esa gente, lo que esa gente hace para comer…

  •  

  • Coño, Che, no me mires así.

  •  

  • Está bien. Te voy a contar lo que hace para vivir, la gente que trabaja en el Sectorial de Cultura.

  • No, deja, Camilo. Si crees que yo voy a usar esa información para joder a esa gente, no lo hagas. No quiero que luego, por mi culpa, no puedas dormir lleno de remordimientos por haberlos chivateado.

  • No chico, no es eso. Yo sé que tú eres incapaz de meterme el dedo con segundas intenciones.

  • ¿Lo sabes? Ah, menos mal, que bueno que lo sabes. ¡Cuánto me honras!

  • Ah, Ernesto, no seas irónico.

  • ¿Y cómo quieres que sea, Camilo? Yo me estoy virando en blanco contigo. ¿Quién me asegura a mí que, además de estar nosotros investigando a Virgilio, no me estás investigando tú a mí?

  • ¿?

  • Sí, Camilo. Yo en los últimos años, luego de la furia ésta de las redes sociales de Internet, he tenido varios tropiezos con mis superiores. Cuando dejaron morir al albañil yo los critiqué. Cuando apalearon a éste de Santa Clara que le desgraciaron el páncreas y se murió a los tres días, yo dije unas cuantas verdades. Los critiqué cuando en el hospital se les fue de las manos la jefa de las Damas de Blanco, que fue una torpeza de las grandes. Y ni hablar de la grandísima metedura de pata cuando el accidente de Osvaldo Payá… Yo di mis opiniones, los critiqué, y eso no gustó. Les dije en sus caras que, al frente del departamento que atiende a la contrarrevolución, no podía estar cualquiera. Ese departamento está dirigido por energúmenos de la época de la barbarie, y yo soy un crítico de eso; creo que ya te lo he dicho. Vaya, no utilicé la frese época de la barbarie ni energúmeno, sino algo más fino. Pero igual, copiaron el mensaje, y se sintieron aludidos. Ahora yo soy mal mirado. Yo sé que estoy aquí, en este puesto, como represalia solapada. Porque mi nivel, mi capacidad, está muy por encima del terreno que estoy operando ahora. Y todo por cuestionar a determinados individuos que, según ellos, estuvieron en la clandestinidad. Según ellos, porque hay qué ver qué fue lo que hicieron. Sí, no me mires así. Y hablan con uno con una autoridad y una arrogancia que hay que oírlos. “¡Yo no sé lo que ustedes van a hacer –te dicen-, pero la contrarrevolución no puede seguir creciendo!” O sea que te sueltan la papa caliente, y te obligan a aplicar métodos de la era soviética, sabiendo tú que ya no funcionan. Y después cuando las cosas se les van de las manos porque es natural, porque 2012 no es 1970… Cuando se les mueren los albañiles, cuando los Fariñas hacen la huelga más mediatizada que se ha visto en la historia de la humanidad, cuando no dejan viajar a las Yoanis a recibir la avalancha de premios… Cuando uno les dice que las cosas están pasando en gran medida por culpa de ellos, que no han ajustado el reloj en cuarenta años y no han querido quitar presión a la caldera cuando más presión tiene, se ponen bravos y te miran con aires de personalidades históricas que no admiten lecciones…

  • Entonces tú… tú estás pensando que, algún anciano de esos, me mandó a investigarte…

  • Claro que no, Camilo. En este país no hay ningún… ¿cómo se llamaban?... ningún Gerd-Wiesler ni ningún Anton-Grubitz.

  • ¿?

  • Los segurosos de la película La vida de los otros. ¿No la viste?

  • No.

  • ¡Ah, tienes que verla! Yo la tengo aquí, en la computadora. Es la primera vez que se la recomiendo a alguien, porque un agente de la seguridad no puede recomendar esa película, ni siquiera a otro agente de la seguridad. Muy fuerte, muy humana, no es deseable para la mayoría de nuestros hombres, que no tienen la capacidad que hay que tener para entenderla. Pero me interesa que la veas, porque tú no eres un energúmeno, y porque me interesa comentar contigo algunas circunstancias no aplicables a nuestra realidad, que nada tienen que ver con la antigua Europa del Este. Pero te decía: en Cuba ni hay Wiesler, ni Grubitz. Pero sí hay muchos Bruno Hempf con los que lidiar, Camilo. Hay muchos Bruno Hempf sin talento, vividores gozadores, ocupando cargos importantes. Muchos Bruno Hempf soltando papas calientes a los subordinados, ordenándoles resolver los problemas que surgen en la base, aplicando métodos obsoletos de la época de la barbarie. Cuando se les traba el paraguas te dicen “yo no sé lo que ustedes van a hacer, pero esa gente no puede seguir tomando las calles ni poniendo carteles”. ¿Por qué tú crees se cayó el muro de Berlín, tan… “bochornosamente” para nosotros?

  • ¿?

  • Porque los grandes, los de arriba, le soltaron la papa caliente al teniente de guardia en la frontera esa noche, en la Puerta de Brandeburgo, y se lavaron las manos para, si después ocurría algo, tener un chivo expiatorio y salir ellos con las manos limpias de cara a la opinión pública.

  • Ya, me convenciste. Te voy a decir por qué trabajar en Cultura es un negocio hasta cierto punto.

  • No hace falta que me lo digas Camilo. Yo lo sé.

  • ¿?

  • Sí, no me mires así. Te lo pregunté… no sé por qué. Tal vez para calibrar cómo marcha la confianza que debe haber entre los dos. Más o menos así es la cosa: un escritor-funcionario de Melena del Sur invita a su municipio a otro escritor-funcionario pero de Madruga, a dar una conferencia de una hora acerca de… tal movimiento literario de tal época, por ejemplo. Y por la actividad, por la ley 35, se le pagan 500 pesos. Y luego el de Madruga invita al de Melena del Sur en reciprocidad, y éste se embolsilla sus 500 por otra conferencia. Todo eso ya lo sabemos, Camilo. Y sabemos que llenan la cartelera cultural programando actividades que no se dan, a las que llaman “actividades comunitarias”. Cobran derecho de autor por las “actividades comunitarias” en tal caserío o en tal cuartería que a fin de cuentas nadie verifica, triplican y cuadruplican el salario sin trabajar, y así van viviendo como Carmelina. Con los escritores y artistas tenemos ciertas consideraciones, Camilo. Les dejamos que jueguen a engañarnos, a cambio que se mantengan en ciertos límites. Porque con un Virgilio basta y sobra. Es más, que es bueno que en cada municipio aparezca de vez en cuando un Virgilio, porque la mejor forma de advertir acerca de las consecuencias de pasarse de la raya, es ejemplificando con Virgilios.

  • Oye, qué te iba a decir. ¿No tienes café? Yo veo que en los Tras la huella esos, los policías siempre están tomando café, y tú, hoy, nada de nada.

  • No… tú te burlas, pero hay a quién le gusta eso.

  • ¿?

  • Los Tras la huella quiero decir.

  • Primo, llevamos rato hablando, y el tiempo vuela. Déjame decirte que, regarle bola de chivato al hombre, funcionó, y no funcionó.

  • ¿?

  • Sí; me explico. Funcionó para la mayoría de sus compañeros de trabajo. Virgilio me lo dijo en el parque: coño, ahora la gente cree que soy informante. En el trabajo… yo quisiera que tú vieras las indirectas de las mujeres de la Casa de la Cultura, las indirectas de las bibliotecarias. Dice Virgilio que llega a esos lugares y, con ironía, se ponen a decir “hablen de pelota”. Y que si les reclama le dicen “ah, vamos, no te hagas”. Y si en lugar de reclamar se pone bravo, entonces se lo tiran a bonche. Pero jugando lo hicieron a él; así dice. Y a los aldeanitos que no salían de su casa, también les metieron el veneno. Ya no van. Ahora dicen que tienen miedo perder la universidad, no obstante creerse la guayaba de que es chiva. Y cosas así. La gente que antes hablaba con él de política, ahora le ha dado por decir que no le interesa el tema y lo deja con la palabra en la boca. En fin, que todo el mundo se pregunta cómo es que, escribiendo para una web contrarrevolucionaria, no lo expulsan de Cultura.

  • ¿Tú ves? Entonces funcionó mi idea.

  • Funcionó, y no funcionó. Funcionó para la gente, primo, pero no para él.

  • ¿?

  • Se arrellanó en el banco del parque después de hablar mal de toda esa gente que le ha dado la espalda y dijo sentirse, ahora, mucho más libre. Me pidió una opinión, y yo le dije una verdad a medias. Le dije que la bola de chivato debía haberla regado la Seguridad, pero culpé a Gustavo.

  • ¿Y él?

  • ¿El? Me dijo: “puede ser”. Él no es tan bobo como tú crees, primo. No sé explicarlo, pero es así. Él piensa de Gustavo lo mismo que tú. Él no cree que Gustavo tenga nivel para tratar con escritores. Que, en todo caso, algún cerebro por encima de él debe habérselo sugerido, así que está a un paso de la verdad. Pero… el efecto psicológico que tú esperabas le hiciera, no se lo hizo. Vaya que no se amilanó; todo lo contrario. Dice que ya se le acercaron dos o tres energúmenos que antes lo saludaban de fuera a fuera, y ahora han empezado a acercársele con cualquier pretexto. Se ponen a hablar mal del gobierno, y de inmediato le insinúan estar dispuestos a colaborar con la oposición y con la gente de los derechos humanos. Le dicen que están cansados de la miseria, del descaro, de los comunistas en este país, que tienen ganas de hacer “algo”. Déjame decirte que ese “algo” es poner carteles, e incluso poner bombas. Porque esos energúmenos tiradores de cascaritas, se tragan el cuento que le hacen los oficiales que los atienden y entonces repiten el guión ese que les dictan, ese de que la contrarrevolución pone bombas y envenena las aguas del acueducto.

  • ¿Y Virgilio que hace? ¿Se pone bravo, les quita la careta?

  • ¡Qué va! Los coge para el trajín. Yo creo que él goza con esa gente. Él sabe que esa gente que no trabaja con el Estado, que se pasa el día entero en el parque jugando al dominó o tomando Cristal o Bucanero, trabaja para Gustavo. Y los trajina, no se pone bravo como tú dijiste. Les dice “ustedes están locos, no saben lo que están haciendo, pueden ir presos”.

  • No eleves tanto a Virgilio, Camilo. Eso era sabido, yo te lo dije. A que de ti no sospecha.

  • Hasta ahora…

  • ¿Ves? La reacción de Virgilio frente a los informantes de Gustavo era previsible.

  • Primo, déjame seguir la idea antes que se me olvide. Te dije que regarle bola de chivato no funcionó. Es más, que lo hizo sentir honrado. Y ahí empezó a hablar de una tal Herta Müller.

  • ¿Herta Müller?

  • Sí. Una rumana que ganó el nobel de Literatura del 2009. Me habló del discurso de aceptación del nobel. Un discurso basado en un pañuelo de cabeza.

  • ¿?

  • Parece ser que la madre de esa mujer estuvo cinco años presa en un campo de concentración soviético en Ucrania, después de la segunda guerra mundial, y todo por ser de una etnia que hablaba alemán. Pues esa mujer vivió aterrada en la Rumanía de Ceausescu, y la hija creció en ese ambiente de miedo a caer en desgracia con los comunistas. Dice que cuando único ella sentía el calor de madre, es cuando ésta, al salir, le preguntaba por el pañuelo de cabeza, no fuera a resfriarse. Dice que lo olvidaba intencionalmente, con tal de sentir esa preocupación de la madre que, aterrada, nunca hablaba de su pasado no fuera eso a perjudicar a la hija. Vaya, por miedo a que la hija perdiera el miedo y pasara por las vejaciones que ella pasó por negarse a reconocer lo “feliz” que vivía el pueblo rumano bajo el régimen comunista. Entonces ella, la escritora, estudia filología en la universidad, y cuando se gradúa empieza a trabajar de traductora en una fábrica de maquinaria, y todo va más o menos bien hasta que, una mañana, dos agentes de la Seguridad invaden su oficina y le piden que trabaje para ellos. Ella, por supuesto, se niega. Ellos insisten en que sea informante, y como no lo consiguen, pues le riegan bola de informante. Entonces ella cuenta cómo en la fábrica empiezan a evitarla, a marginarla, cómo tiene que almorzar sola sentada en la escalera, mientras en el patio de la fábrica los obreros gritan consignas y cantan himnos que retratan lo “felices” que viven bajo el comunismo…

  •  

  • Del carajo, primo. Yo no sé hacer el cuento, pero Virgilio lo hace de una forma… que se te erizan los pelos.

  • Tú eres el que vas a llorar cuando te nieguen la salida del país por falta de méritos en la lucha contra esos mercenarios. Entonces, quedamos que no funcionó regarle bola de chivato.

  •  

  • Pues entonces, vamos a regarle bola de…

  • Primo… No, no me cojas para eso. ¡No!… No te rías.

  • ¿Por qué no? Es creíble. Un hombre correcto, educado, que no dice malas palabras, que no pega tarros. Los hombres machos… pegan tarros…

  • Yo no pego tarros.

  • Bueno… tú serás la excepción de la regla. Pero Virgilio no va a ser la excepción. Virgilio podría ser un… reprimido, un pedófilo. Esos aldeanitos jóvenes… ¿De verdad tú crees que Virgilio no querrá algo con alguno de ellos?

  • Primo, coño… No me cojas para esa bajeza. No. Definitivamente no.

  • Un hombre que escribe poesía, que trabaja en Cultura… Los jóvenes no tanto, pero los que pasamos de cuarenta… Tú sabes que en la época de nosotros, ser eso era la última carta de la baraja. Y acuérdate que, según los científicos, el noventa por ciento de los intelectuales lo son.

  • Che… ¿Qué científicos dicen eso?

  • Los científicos.

  • ¿Pero qué científicos? Únicamente los de la KGB, la Stasi, la CI, que es a los únicos a los que yo he escuchado esa teoría. No se ha inventado un aparato que diga quién es, y quién no es. Eso es más una duda que una certeza. Además, yo digo que, quienes se dedican a cuestionar la hombría de los demás, los que hablan de eso una y otra vez, no son más que tipos llenos de dudas de la suya propia. Yo trato a la gente y ya, sin reparar en eso. Yo no tengo miedo al contagio, como sí algunos “machos” que yo conozco, que tiemblan cuando uno los saluda por la calle…

  • Tremendo chícharo.

  • Si te sirve el sayo…

  • El sayo no me sirve, a Virgilio vamos a regarle esa bola, y punto. Vamos a regar en el pueblo que los aldeanitos se apartaron de él no por la universidad, sino porque tomando ron en el parque, una noche, se le tiró a uno de ellos.

  • Qué cosa más grande.

  • Bueno, ya por hoy fue bastante. Y quita esa cara de microfraccionario honesto, que estás muy viejo para eso. La bomba va a estallar, será noticia unos días, y poco a poco la gente se irá olvidando de eso. Virgilio y los aldeanitos acabarán desmintiendo a los chismosos. Solo que, un chisme de esa naturaleza en un pueblo con ese nivel cultural, no se apagará de la noche a la mañana. Eso es pan caliente. Durará el tiempo suficiente como para dinamitar la reputación de Virgilio, para que los jóvenes le huyan por pedófilo y no se metan a la contrarrevolución. Durará lo bastante como para aislarlo socialmente y tenerlo ocupado con el problema que le acarreará en el seno de su familia. Si el tipo es tan hombre como tú dices, sobrevivirá a la tormenta.