1-4-2008

 

UN CANTO A LA "PRIMAVERA BLANCA"

 

El lunes 24 de marzo, el cinismo sobrepasó los límites del respeto al sentido común de los cubanos en todos los medios de información de la Isla. "Primavera blanca", sugirió que se llamara, en lugar de "primavera negra", porque mandó a arrestar a más de 70 disidentes pacíficos catalogándolos de "vendepatrias, cabecillas de la quintacolumna del imperialismo en Cuba que, pagados por el gobierno de Estados Unidos, violaban las leyes del país y compartían la tesis de que este oscuro rincón del mundo debía ser barrido del mapa".

Todo apunta a que los sucesos de la controvertida Primavera, respondieron a un diseño astutamente elaborado por sujetos anónimos, que se dieron a la tarea de fabricar un escenario burdo, consistente en hacer converger los arrestos con el inicio de una guerra importante a escala mundial para desviar la atención de la prensa internacional. El tiro de gracia debía darlo el secuestro aparentemente casual de una avioneta. Digo aparentemente porque cuando hablamos del secuestro de una segunda, y nada menos que en el mismo aeropuerto, no queda más remedio que poner en duda el carácter casual que pretendieron dar a dichos sucesos. Lamentable también fue la metedura de pata de los que se creyeron el cuento de que para llegar a la Florida, bastaba con cargar con un par de granadas de juguete. Luego se pasó a la segunda parte del plan: amenazar con una estampida migratoria semejante a la de 1994 al gobierno de Estados Unidos, el que, previsiblemente, mordió el anzuelo al declarar que una situación análoga a la de 9 años atrás la tomaría como una declaración de guerra.

El resto fue terreno arado. El gobierno de Cuba se lavó las manos, y encargó el resto del trabajo sucio al frente defensivo de la Batalla de Ideas. Los caballeros de la Mesa Redonda y la UNEAC, entre otros, abrieron fuego mediático recogiendo firmas prestigiosas dentro de la Isla, que legitimaran mensajes de perdón por estar equivocados sobre todos a intelectuales españoles que se habían opuesto a los arrestos, y más tarde recogiendo firmas entre los más importantes intelectuales antimperialistas para rematar dicho trabajo: hacer creíble la amenaza de agresión.

A estas alturas, cinco años después, los juegos de palabras usados por el responsable mayor para recordar la ignominia de aquella primavera, decepcionan tanto como el silencio no menos culpable y sí mucho más decepcionante de quienes, desafortunadamente, no son consecuentes con la honradez y la libertad que predican en sus canciones.