31-5-2008

CON LOS PIES EN LA TIERRA

 

Dieciocho años sin campo socialista parece habernos enseñado el valor de la divisa y el punto cardinal donde se encuentra. ¿Nuestro Norte es el Sur, como dice el canal venezolano? En 1995 debuté como obrero en una empresa que, trece años después, agita el mismo eslogan para retener a sus apáticos trabajadores y para enganchar incautos: hay una firma extranjera interesada que pondrá el capital para salir a flote. Por la noche, esos mismos obreros se desorientan cuando en el noticiero ponen a sus homólogos latinoamericanos protestar contra los TLC.

Los que llevan las riendas de la troika, no pierdan de vista a esos jovencitos de la UJC que los sábados en las discotecas corean los mensajes de Baby Lores. Tampoco a los que lucen con orgullo el cinto o la gorra con el águila imperial mientras gritan consignas de la revolución, o de los trabajadores sociales que sedujeron con pacotilla y privilegios, porque la mayoría sueñan en verde y bostezan con los delirios de los dinosaurios que pretenden retornarnos a la jurásica década del sesenta.

Conste que no hablo de mi; que yo me purifico escuchando a Silvio y leyendo al Apóstol. El problema está en los que no tienen tiempo ni de escuchar a uno ni de leer al otro, porque llevan años esperando a la firma extranjera.

Son los que no vacilarán en pedir AYUDA para reparar e incrementar el fondo habitacional, para modernizar la maquinaria agrícola, la industrial, el parque automovilístico, la red ferroviaria. Son los que acogerán devotamente a los que pongan a funcionar y rescaten el prestigio del que gozó siempre la industria azucarera, a los que llenen nuevamente el Camagüey de vacas, las montañas de Oriente de café, y el valle del Cauto de arroz. Son los que abrirán la puerta, hasta hoy cerrada, y recibirán con alfombra roja a los millones de turistas que invadirán nuestras playas y "prestigiarán" con sus mafias la capital del país.

El primer gran reto del intelectual cívico será lidiar con esa masa que, como afirmara el obispo Meurice en Santiago de Cuba, todavía confunde Patria con Partido y Cultura con Ideología, para lo cual deberá actuar con la prudencia que requiere no chocar de frente con las idolatradas firmas extranjeras ni con los países de las que provengan. El segundo reto tiene que ver con el primero: revisar el concepto de antimperialismo. Aprender a lidiar no con unos Estados Unidos que le arrebataron la independencia a los mambises y que los humillaron con la Enmienda Platt, sino con unos Estados Unidos que con su intervención impidieron que se prolongara el sufrimiento de cientos de miles de campesinos reconcentrados por Valeriano Weyler, y que con su Enmienda pusieron a nuestra disposición la centenaria experiencia civil que tenían como república, arbitrando en nuestras nacientes peligrosas rivalidades internas por el gobierno.

El pensamiento por naturaleza tiende a la libertad, y conminado a perderla, ira por reacción al extremo contrario, es decir, pensará lo que mejor le parezca. Porque ninguna voluntad es más fuerte que las leyes naturales, durante un buen tiempo nuestro norte será el norte, y por el coyuntural efecto ola-resaca, nos desgajaremos del bloque que va desde El Bravo hasta la Patagonia para fundar el que irá desde El Caribe hasta Los Grandes Lagos. Al principio, el que se oponga a la turbulencia acabará llenándose los pulmones de agua salada. Lo más prudente, será intentar mantenernos vivos hasta que el huracán deje de soplar.