11-10-2008

 

Ilegalizan mercado de oferta y demanda

Hay miedo en la calle. Se comenta que por El Cerro agarraron a uno trasladando cuatro tejas de asbesto cemento en una carretilla, y cuando afirmó que se las habían regalado, cargaron con él, le hicieron un juicio sumario, y le condenaron a cuatro años. Algo parecido sucedió con otro que cargaba bloques. A un intermediario que transportaba en un camión particular no sé cuántos sacos de frijoles colorados que había adquirido en Güira de Melena a trece pesos la libra, lo detuvieron en la autopista, le rellenaron el tanque de combustible, le montaron un funcionario, y lo obligaron a desviarse a Pinar del Río donde tuvo que vender el frijol a cuatro pesos, y asumir las pérdidas.

Lo arriba expuesto anda circulando en la calle de boca en boca. Soy de los que desconfía de lo que trae el río cuando suena, mas no por ello subestimo el papel que juegan los rumores en una sociedad cerrada como la nuestra, donde los medios informativos tienen una función parecida a la de las telenovelas: hacer que la gente escape de la realidad.

Y la realidad es que el paso de los huracanes le ha dado al gobierno el pretexto ideal para pulverizar la piedra en el zapato que ha sido siempre el menor indicio de actividad económica independiente, en este caso el mercado de oferta y demanda. En un inicio los medios de prensa hablaron algo así como de prohibir la especulación con los precios de los productos del agro impidiendo una subida después de los huracanes, más los detalles de la aplicación de dicha estrategia fueron reservados a la libre interpretación de los funcionarios en su radio de acción. Se dice que en un principio se dijo que lo que se pretendía era dejar fijos los precios que los productos tenían antes del paso de los huracanes, y así se comenzó a hacer, mas ello no impidió que el jueves 2 de octubre una llamada telefónica “de arriba” instara a los inspectores a mandar a cerrar los puestos de viandas particulares, después de cobrarle a cada vendedor una multa de 1500 pesos sinmayores explicaciones y sin derecho al reclamo.

Se dice que lo que se dijo no fue interpretado como se había dicho, pues en realidad no se ha dicho nada claro. Se dice que el de la otra cuadra consiguió un saco de frijoles a quince pesos la libra en una finca después de rogarle al precavido campesino que se lo vendiera, y de garantizarle que para transportarlo en el carretón de caballo lo escondería bajo un cargamento de hierba por si la policía lo detenía en el entronque. Se dice que Juan el Gato va a seguir matando puercos pero solo cuando los encargos hagan el cupo de un animal y eso con mucha discreción, y se dice que Pablo el bizco empezó a vender las viandas en su casa pero que se acobardó cuando le avisaron que a Pepe el cojo, que estaba haciendo lo mismo, lo habían chivateado, le habían clavado otra multa de 1500, más la advertencia de que para la próxima iría preso.

Al menos en la provincia La Habana, luego que Castro en una de sus reflexiones dijera que la misma estaba en el deber de abastecer de productos agrícolas a la capital, a Pinar del Río y a la Isla de la Juventud, se está viviendo un auténtico régimen policial después de la controvertida orden llegada “de arriba” el 2 de octubre. Las patrullas día y noche, apostadas en las carreteras de acceso a la capital, andan como aves de rapiña a la caza del vehículo que se atreva a llevar malangas y boniatos a cuenta y riesgo. En los núcleos de población está sucediendo algo

parecido. El “acaparamiento” de viandas se ha convertido en uno de los delitos más castigados, y para prevenir-lo han movilizado además de a los agentes del orden, a los inspectores y a toda la maquinaria de chivatos.

La mitad de esto último sí me consta. La otra mitad corresponde a la voz popular, que lejos de mostrarse rebelde, ve sumida entre la estupefacción y el miedo lo que está ocurriendo. Todos, de una forma u otra, se sienten perseguidos porque todos, de una forma u otra, cometen a diario algún tipo de ilegalidad solo para garantizar la alimentación. Por eso la solidaridad no se ha hecho esperar.