14-6-2008

 

LA DEFENSA DE LO INDEFENDIBLE

 

Así clasifica Orwell en el ensayo de 1946 "La política y la lengua inglesa", el meollo del lenguaje y los escritos políticos de nuestros tiempos. Diez años antes, durante la guerra civil española, había tenido la fuerte sensación de que nunca podría escribirse una verdadera historia de la misma debido a que cifras exactas, relatos objetivos de lo que pasaba, simplemente, no existían. El todavía inexperto escritor, asistía al lanzamiento mundial en España de un fenómeno oriundo de los totalitarismos que venía perfilándose en la Alemania de Hitler y en la Unión Soviética de Stalin, y que después de la segunda guerra mundial se universalizaría bajo el eufemístico nombre de "guerra fría": la manipulación de la información y de la historia.

Aseguraba que hechos como las bombas atómicas lanzadas en Japón o las purgas y deportaciones rusas, podían, desde luego, defenderse, pero solo con argumentos demasiado brutales para que la mayoría de la gente los afrontara, que además no encajaban con los pretendidos objetivos de los partidos políticos. Pienso en lo brutal que sería argumentar qué llevó a la instauración de dictaduras militares en Latinoamérica en los 70 y los 80, en lo brutal que sería develar las razones verdaderas de la guerra de Irak, y en las brutales razones prácticas que impidieron no darle al stalinismo la misma condena histórica que se le dio al fascismo, siendo ambos tan parecidos.

Cada vez que me siento a escribir me asalta la duda: ¿cuánto tiempo más gozaré de aparente impunidad para decir lo que pienso? A otro con el cuento de que los patrones de la granja están cambiando. ¿Cuánto tiempo necesita la policía secreta para decidir qué hacer con este grupo de escritores y periodistas incómodos y no remunerados? ¿Cuándo le retirarán el tapón a la pecera para que nos asfixiemos? ¿Qué pretextos usarán? ¿Qué pruebas inventarán? La computadora, nuestra herramienta de trabajo, ha comenzado a dar bateo, y un cubano medio tardaría alrededor de cinco años juntando la totalidad de su salario para comprar una nueva. ¿Cómo solicitar entonces ayuda extranjera, cuando el que lo haga sin el permiso del gobierno corre el riesgo de ser considerado mercenario a sueldo?

Lo indefendible puede ser defendible para la masa cuando se conoce la sicología de la misma durante décadas desinformada, y se carece de escrúpulos para manipularla a conveniencia. Pienso no en el circo que montó hace unas semanas el "Ministerio de la Verdad", es decir, la Mesa Redonda, sino en las reacciones y declaraciones de los opositores que fueron abordados frente a la residencia del funcionario norteamericano en Miramar. Simplemente el despliegue de astucia de los animadores del circo, que no despliegue de argumentos, devino en un golpe sorpresivo que los aturdió y que les resultará imposible devolver porque el enemigo mediático, cobardemente escurridizo, correrá a ocultarse en su fortaleza en 23 y L y no volverá a dar el frente como no sea para atacar nuevamente por la espalda.

Hasta a un niño de diez años podría explicársele, con un par de ejemplos, en qué consiste lo que Orwell clasifica como la defensa de lo indefendible. A las deportaciones a Siberia Stalin le llamó "eliminación de elementos sospechosos". Al bombardeo desde el aire de indefensos pueblos japoneses, la prensa norteamericana le llamó "pacificación". Al desalojo de millones de campesinos a los que se les obligó a lanzarse a las carreteras llevando solo lo que pudieran cargar en India y Pakistán, "transferencia de población o rectificación de fronteras" El kid está en utilizar un lenguaje que nombre los hechos sin evocar imágenes reales. Así la pequeña Cuba, desde su perdido rincón y a más de quince años de finalizada la guerra fría, continúa empujando al ridículo a sus más connotados periodistas, orientándoles, además de que se pongan al nivel de chismografía de los peores animadores de Shows televisivos del sur de la Florida, eliminar de su argot el término disidente, y sustituirlo por el de "grupúsculos mercenarios pagados por el imperio".